Es proverbial la sabiduría del rey Salomón, hijo de David. Una de las historias más difundidas acerca de este poderoso monarca de la antigüedad, es la que narra la disputa entre dos mujeres que alegaban ser, cada una por su lado, la verdadera madre de un mismo bebé.
Salomón, según la leyenda, mandó a partir en dos al muchacho y se puso a observar la reacción de cada una de las supuestas madres. Una de ellas aceptó la idea como buena y válida.
La otra, en cambio, renunció a su mitad y prefirió que su rival se llevara consigo al niño sin un rasguño. ¡Esa es la madre!, sentenció el Rey, tras calcular que la verdadera mamá tenía que preferir perder a su hijo antes que verlo descuartizado.
Traslademos esa historia al escenario dominicano y a los tiempos actuales. ¿Qué tenemos? Tenemos a un importante partido político a punto de ser roto en dos pedazos. ¿Cuál de ellos será capaz de renunciar a sus pretensiones, a cambio de mantener vivo su partido?
Quien lo haga será el verdadero líder de esa organización política.