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Saber elegir. Saber decidir

Ana Blanco
Ana Blanco

Hace unos días leía que existe un síndrome llamado la fatiga de decisión. Lo sufren personas que en su día a día tienen que tomar muchas e importantes decisiones, y llega un momento en que se abruman y no son capaces de tomar ninguna coherentemente.

Me puso a pensar. Creo que todos de alguna manera nos pasamos el día tomando pequeñas y grandes decisiones. Aprendemos a base de acierto y error porque no existe una asignatura en la vida que te enseñe a decidir, sino que es un cúmulo de experiencias que te marcan el camino.

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Ahora, lo que sí aprendes con el paso del tiempo es a priorizar esas decisiones, a discernir qué es aquello realmente importante. Y luego esas pequeñas decisiones diarias hay que manejarlas como una rutina que forma parte de la vida, algunas más divertidas, otras más tediosas, pero de eso se trata este devenir que nos toca.

Y esas personas que tienen puestos de dirección, que manejan grandes decisiones, pues al final acaba siendo la misma fórmula: mejor tomar pocas decisiones bien, que muchas mal. No se puede llegar a ese estado de ánimo en el que seas incapaz de pensar, analizar o reaccionar por la presión que tienes alrededor para decidir.

Y otra cosa muy, muy importante, es saber delegar, permitir que otros compartan contigo esas decisiones, aunque de alguna manera supervises.

Esto te enseña a confiar, a soltar el control, a darte cuenta de que todo va a seguir funcionando estés o no estés. Y por último, pero no menos importante, algo que mencionaba más arriba: saber elegir tus batallas.

Aquí es lo mismo, hay que saber elegir las decisiones que realmente impactan en tu vida, de aquellas que pueden esperar o fluir de otra manera. Sencillo.

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