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Rousseff afirma que está en juego “el futuro de Brasil” y no su mandato

Rousseff
La presidenta brasileña Dilma Rousseff habla durante una ceremonia del Programa de Lanzamiento de Nuevas Universidades Federales, en el Palacio Presidencial de Planalto, en Brasilia, el lunes 9 de mayo de 2016. El presidente interino de la Cámara de Diputados brasileña invalidó el lunes la votación realizada el mes pasado para efectuarle un juicio político a Rousseff, lo que en potencia demora y complica un proceso que se esperaba derivara en la suspensión de la mandataria esta semana. Pero la invalidación decretada el lunes por parte de Waldir Maranhao, presidente interino de la Cámara de Diputados, significa que el asunto regresará a dicho recinto, lo que probablemente resultará en una demora de días o semanas en el procedimiento. (Foto AP/Eraldo Peres)

Brasilia.– La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, suspendida de su cargo por el Senado, afirmó hoy que en el juicio político al que será sometida no estará en juego su mandato, sino el “futuro” del propio país.

Arropada por quienes fueron sus ministros y colaboradores, Rousseff hizo un pronunciamiento en el Palacio presidencial de Planalto tras ser notificada de su suspensión y aseguró que sufre “la mayor de las brutalidades que se puede cometer contra un ser humano- castigarlo por un crimen que no cometió».

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En las próximas horas, Rousseff será notificada oficialmente de la decisión del Senado y con eso estará en pleno vigor su suspensión del cargo, que sólo recuperaría si fuera absuelta en el juicio que se iniciará en la Cámara Alta y puede durar hasta seis meses. Si finalmente fuera destituida, Temer completará el mandato que vence el 1 de enero de 2019.

El hasta ahora vicepresidente asumirá el lugar de Rousseff hoy mismo, sin ceremonias, debido a la condición de interino que ostentará mientras no se defina el futuro de la mandataria.

La decisión del Senado se fundamentó en unas maniobras fiscales irregulares en las que el Gobierno incurrió en 2014 y 2015, que le permitieron presuntamente “maquillar” sus resultados y presentar números mejores que los que habría mostrado la realidad.

Según el Gobierno, esas maniobras no pasaron de meras “faltas» administrativas habituales en la administración pública brasileña y no podrían constituir razones para la destitución de un mandatario, por lo que el proceso no es más que “un golpe de Estado”, como ha defendido Rousseff en numerosas ocasiones.

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