Bolivia.-El centroderechista Rodrigo Paz juró el sábado como nuevo presidente de Bolivia y abrió una nueva era política en el país andino tras casi 20 años de hegemonía socialista.
Vestido con traje oscuro y corbata celeste, Paz juró en la Asamblea Legislativa levantando la mano derecha ante la Biblia y una cruz. El encargado de tomarle juramento fue su carismático vicepresidente, el expolicía Edman Lara, que lucía un uniforme de gala de esa fuerza.
“Dios, patria y familia, sí juro”, dijo Paz, quien luego recibió la banda y medallas presidenciales.
La asunción de Paz, de 58 años, ha creado expectativa entre los bolivianos cansados de la aguda escasez de combustibles y los altos precios de los alimentos que caracterizan a la peor crisis económica en 40 años.
Los presidentes de Argentina, Javier Milei; de Chile, Gabriel Boric, de Ecuador, Daniel Noboa; de Uruguay, Yamandú Orsi, y Santiago Peña de Paraguay asistieron a la investidura en la Asamblea Legislativa en La Paz .
Con una campaña modesta, Paz no partió como favorito y ninguna encuesta anticipó su victoria. Su triunfo se apoyó en los sectores moderados y los desencantados con el expresidente Evo Morales (2006-2019) y el mandatario saliente Luis Arce del partido Movimiento al Socialismo (MAS).
Paz ha prometido ajustes graduales para salir de la crisis, un “capitalismo para todos” y repartir el presupuesto en partes iguales entre el gobierno central y las nueve regiones del país.
Hereda un país sumido en un abismo económico, sin dólares para importar combustibles, cuya escasez crónica está afectando el transporte y la producción agropecuaria, lo que incrementa el alza de los precios de los alimentos. En el primer semestre el Producto Interno Bruto se contrajo 2,4%, y para septiembre la inflación acumulada era de 18%, según el estatal Instituto Nacional de Estadística.
El Partido Demócrata Cristiano (PDC) de Paz sólo controla el 39% de los 166 miembros de la Asamblea Legislativa, por lo que deberá trabajar en una alianza sólida con los bloques de otras fuerzas.
“Tras dos décadas de gobierno de izquierda podrá contar con la buena voluntad de los inversores extranjeros y la comunidad internacional. Su tarea no será fácil. Si actúa con demasiada lentitud o sus políticas se estancan y no logran sacar a Bolivia de su agujero económico, Paz corre el riesgo de perder capital político”, dijo a The Associated Press Michael Shifter de Diálogo Interamericano, un centro de estudios internacionales con base en Washington.
Tras su victoria en el balotaje del 19 de octubre tomó distancia del bloque del ALBA que Bolivia integra con Cuba, Nicaragua y Venezuela y se acercó a Estados Unidos, del que su país estaba distanciado tras la expulsión del embajador estadounidense en 2008 durante el gobierno de Morales.
También tuvo acercamientos con organismos financieros internacionales para un futuro programa de asistencia económica.
El nuevo mandatario ya alcanzó un primer acuerdo con la Corporación Andina de Fomento, que otorgará un crédito de 3.100 millones de dólares para impulsar la recuperación económica durante los próximos años.
Paz también adelantó que su gobierno cooperará con todas las organizaciones internacionales en materia de seguridad incluyendo la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA por sus siglas en inglés), expulsada por Morales a finales de 2008 por injerencia en asuntos internos.