El secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, mostró ayer en Bagdad el apoyo de Washington a la unidad de Irak y al compromiso con la constitución.
El político estadounidense llegó ayer por sorpresa a Bagdad, tras otra visita inesperada a Kabul, para reunirse con los dos principales dirigentes iraquíes- el presidente del país, Fuad Masud, y Haidar al Abadi, el primer ministro y dirigente de las Fuerzas Armadas.
Esta visita a Irak se produce después de que el político estadounidense pidiese ayer en Arabia Saudí en el comienzo de una gira regional que “las milicias iraníes”, en clara alusión a las milicias progubernamentales Multitud Popular -que están bajo el control de Irak y que están apoyadas por Irán-, dejen el país.
Las milicias progubernamentales chiíes Multitud Popular participan con el Ejército iraquí en sus batallas para echar del país al grupo terrorista Estado Islámico, y están apoyadas por Irán, enemigo histórico de Estados Unidos y Arabia Saudí.
Tras reunirse con el primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, Tillerson insistió en la necesidad de diálogo en el marco constitucional y en la importancia de evitar cualquier enfrentamiento, según un comunicado oficial.
La nota agrega que el jefe de la diplomacia estadounidense hizo hincapié en la importancia de reforzar la seguridad y la estabilidad en Irak y expresó su deseo de aumentar la cooperación en diferentes campos con Irak, entre ellos el económico.
Según el comunicado, ambos dirigentes abordaron la cooperación bilateral y la guerra contra el terrorismo, así como las “medidas tomadas por el Gobierno iraquí para imponer el poder federal en la provincia de Kirkuk”.
El pasado lunes, el Ejército iraquí y las milicias chiíes Multitud Popular lanzaron una ofensiva en esta disputada provincia, así como en Diyala y Nínive, para expulsar a las fuerzas de seguridad kurdas “peshmergas” presentes en varias zonas.
Las fuerzas de la región autónoma del Kurdistán se hicieron con el control de Kirkuk capital y otras regiones de la provincia después de que en 2014 el Ejército abandonara sus posiciones ante la irrupción del grupo terrorista Estado Islámico (EI).
Tras la celebración del referéndum de independencia kurdo, el pasado 25 de septiembre, Bagdad ha tomado varias medidas como represalia, entre ellas el despliegue de las fuerzas de seguridad en la mayoría de las zonas que los kurdos controlaban fuera de las fronteras administrativas de su región autónoma.
Estados Unidos, además, endureció su discurso hacia Pakistán, al que Kabul acusa de dar cobijo a los terroristas.