La disciplina en el Partido de la Liberación Dominicana fue una realidad hasta el 1996 cuando el expresidente Leonel Fernández fue presentado como candidato presidencial, teniendo la oportunidad en una segunda vuelta al fallecido líder José Francisco Peña Gómez, con el apoyo del expresidente Joaquín Balaguer y del Partido Reformista Social Cristiano.
Desde 1994, el PLD fue sometido a un proceso de masificación sin control, con el fin logrado de convertirlo en una maquinaria electoral al margen de los métodos de trabajo y de los comités intermedios. Quien quiso pudo entrar para gozar la militancia peledeísta.
Para ese entonces, resonaba la frase “Servir al Partido para Servir al País”, lo que ahora es una reliquia del pasado. Las directrices partidarias en el Congreso Nacional y en el debate público eran trazadas por el Comité Político, dotado de las figuras más pensantes del PLD, incluyendo el profesor Juan Bosch.
Ahora cualquier diputado y senador se cree tener parcela aparte en el PLD, mientras que antes nadie desafiaba esa supremacía. La división del PLD y la creación de la Fuerza del Pueblo son el mejor ejemplo de que las cosas no marchaban ni marchan bien en esa organización que ha sido una maquinaria electoral.
Unificación de las elecciones
Si se decide una reforma de la Constitución en el Consejo Económico y Social no estaría mal la idea del Partido Reformista de incluir la unificación de las elecciones presidenciales y congresionales con las municipales. Solo hay que pensar que se ahorraría dinero en esos procesos.
