Solemos beber porque en dosis bajas el alcohol es un euforizante. Pero cuando tomas mucho, el líquido reduce tu actividad cerebral, ralentiza tu ritmo cardiaco y en algunos casos puede ocasionar la muerte.
Tomarse un par de copas en Navidad es para muchos tan parte de la tradición festiva como los regalos, las decoraciones y los villancicos.
Por eso, si te encuentras con una gran resaca el día después, es posible que te interese saber qué está pasando realmente dentro de tu cuerpo y por qué te sientes tan mal.
Tenemos una tendencia a beber porque en dosis bajas el alcohol es un euforizante, que te hace sentir más feliz.
Esto pasa cuando el cuerpo libera dopaminas y endorfinas, sustancias químicas que estimulan el sistema de recompensa del cerebro.
Pero, un poco más tarde, cuando se bebe más, el líquido reduce la actividad cerebral y ralentiza tu ritmo cardiaco y tu respiración.
Los efectos del consumo inicial de cualquier alcohol es la primera de muchas etapas de la narcosis y la última es la muerte.
Dificultades para hablar, pero legalmente puedes conducir
Simplemente hay una gran ventana entre una dosis efectiva -que te hace pensar que eres mucho más ingenioso y guapo de lo que realmente eres y más tarde te hace correr por la calle con un cono de tráfico en la cabeza- y una dosis letal (que te lleva a la morgue).
Es importante tener en cuenta que incluso antes de llegar al límite típico de alcohol en la sangre para conducir, puede experimentar entusiasmo, falta de coordinación, deficiencias, dificultades para hablar, balanceo y pérdida de inhibición.
Pero legalmente puedes conducir un automóvil.
Pequeñas cantidades de alcohol afectan el sistema límbico del cerebro, lo que da como resultado las agresiones y las aglomeraciones que se ven las noches de los viernes y sábados en muchos centros urbanos.
El alcohol también es un vasodilatador, lo que significa que ensancha los vasos sanguíneos, desviando la sangre del núcleo del cuerpo a sus extremidades.
Esto da como resultado las características mejillas sonrojadas que puedes tener luego de consumir alcohol y también la nariz roja que a menudo vemos en los bebedores habituales.
Un auto-reafirmante y causante de sobrepeso
Inicialmente, beber alcohol es auto-reafirmante. Lo que podría parecer una buena idea al principio, parecerá incluso mejor después de haberse bebido un par.
Además se absorbe más rápido que la mayoría de las cosas. Una parte es asimilada por el estómago (en lugar del intestino delgado) y luego se extiende por todo el cuerpo y se distribuye a todos los órganos, incluidos el cerebro y el hígado.
En este último el cuerpo hace un valiente intento de descomponer y eliminar el líquido.
Para hacer esto, el hígado produce enzimas, pequeñas moléculas que ayudan a producir o a descomponer otras moléculas más importantes. En este caso, la enzima deshidrogenasa descompone el alcohol (etanol) en acetaldehído (etanal), que luego se descompone en ácido acético (etanoico) y después en dióxido de carbono.
También se libera energía en todas las etapas del desglose, lo que explica por qué los grandes bebedores a veces pueden padecer de sobrepeso.
De hecho, las personas con alcoholismo frecuentemente reciben la mayor parte de sus calorías del alcohol y comen muy poco. Esto puede hacer que tengan sobrepeso, pero que estén desnutridos al mismo tiempo porque consumen calorías vacías, que no contienen vitaminas ni proteínas.
Esto puede producir una apariencia o sensación de enfermedad.
¿Por qué vomitas?
El producto de descomposición de la primera etapa, el etanal, es un emético, lo que significa que provoca el vómito.
A medida que bebes y te vuelves más eufórico, tu nivel de etanol en la sangre está siendo monitoreado por el área postrema, la parte de tu cerebro que revisa tu sangre buscando cosas que no deberían estar allí.
Si comes algo que te hace vomitar y te da diarrea, es tu postrema el que le ha dado instrucciones a tu cuerpo para que se deshaga de esos alimentos que están causando molestias.
El etanal tiene el mismo efecto. El postrema funciona con tolerancias muy finas, y tan pronto como tu cuerpo contiene suficiente etanal, y se alcanza el umbral establecido, le indica a tu estómago que se contraiga y te hace vomitar.
Intentar detener este proceso es como tratar de contener la marea. Es posible que hayas notado el poco tiempo que pasa entre beber con ganas y darse cuenta de que vas a vomitar pasa lo que pase.
El disulfiram es un fármaco utilizado en el tratamiento del alcoholismo crónico. Detiene la descomposición posterior de etanal después de que tomas, lo que provoca una resaca y vómitos inmediatos. Es efectivamente una forma de terapia de aversión.
¿Por qué te da resaca?
Desafortunadamente, en la actualidad no existen drogas para tratar la embriaguez en sí, o una resaca.
Una vez que estás intoxicado, solo tiene que esperar. El hígado puede metabolizar entre 8 y 12 gramos de alcohol en una hora y la única forma de «desemborracharse» es dejar de beber para que el alcohol se difunda del cerebro y el hígado pueda completar la descomposición.
Además del vómito, no sabemos exactamente por qué nos sentimos tan mal cuando tenemos resaca, pero se cree que es otro efecto del etanal y los congéneres, el desorden químico no alcohólico que es un subproducto de la fermentación.
Estos incluyen aceites, minerales y otras formas de alcohol, como el metanol (alcohol de madera), que puede causar ceguera en dosis altas.
Un vaso de agua antes de acostarte
Las bebidas más oscuras tienen mayores cantidades de congéneres. El vino tinto también causa una resaca particularmente violenta, ya que contiene un vasoconstrictor, que contrae los vasos sanguíneos y causa ese dolor de cabeza punzante.
Mientras tanto, el vodka podría ser más indulgente ya que cuando se toma «puro» es solo alcohol y agua.
La única otra cosa que podría ayudar a reducir la resaca después de beber en exceso es un vaso de agua antes de acostarse.
El alcohol detiene la glándula pituitaria y produce la hormona anti diurética vasopresina, que normalmente restringe la producción de orina.
Esto significa que terminas perdiendo más agua de la que ingieres, lo que provoca una deshidratación que irrita los vasos sanguíneos y provoca dolores de cabeza.
O también puedes aliviar tu tristeza post navideña con las sobras del asado y tu película favorita de la temporada.
*Hal Sosabowski es profesor de Comprensión Pública de la Ciencia en la Universidad de Brighton. Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons.
*Fuente BBC