Por: Elena Crespo
En un contexto donde los algoritmos dictan gran parte de nuestras realidades, los rankings se han convertido en una especie de oráculo de Delfos moderno, al que recurrimos para tomar decisiones, desde elegir una universidad, un trabajo, hasta seleccionar una marca de productos.
El Monitor Empresarial de Reputación Corporativa, Merco, se ha consolidado como un referente ineludible para evaluar la reputación de las empresas en Latinoamérica, recientemente también en República Dominicana.
Su metodología, que combina múltiples fuentes de información y perspectivas, ha logrado capturar la esencia de lo que significa ser una compañía bien valorada en el entorno empresarial actual.
Sin embargo, este sofisticado ranking es tan solo una fotografía en un instante determinado, un reflejo de la percepción en un momento específico.
Merco nació a finales del siglo XX, fruto de la visión del catedrático español de la Universidad Complutense de Madrid, Justo Villafañe, con la ambición de superar las limitaciones de los rankings y ofrecer un diagnóstico más ajustado a la realidad empresarial.
Su éxito radicaba en haber construido un sistema de medición que iba más allá de los indicadores financieros tradicionales.
No obstante, es crucial recordar que la reputación es un constructo complejo y multifacético que evoluciona constantemente.
Merco, por su propia naturaleza, se centra en la medición de la reputación en un momento dado, pero no puede capturar la totalidad de los factores que influyen en ella a largo plazo.
¿Hasta qué punto los indicadores de Merco son capaces de reflejar la compleja realidad de la reputación de una empresa? No cabe duda de que el Merco representa un esfuerzo encomiable por sistematizar y cuantificar un concepto tan intangible como la reputación.
Al agrupar diversas percepciones de los stakeholders, el ranking ofrece una fotografía instantánea de la imagen de una empresa en un momento dado.
No obstante, es fundamental comprender que esta fotografía es parcial y está sujeta a una serie de limitaciones.
Merco, como cualquier otro ranking, se basa en una metodología que, por muy rigurosa que sea, implica necesariamente una serie de simplificaciones y elecciones subjetivas.
La selección de los indicadores, la ponderación de las variables y la composición de las muestras, son decisiones que pueden influir significativamente en los resultados finales.
Un ranking no es más que una herramienta, y como tal, debe utilizarse con cautela y complementarse con otros análisis.
La reputación se trata de comportamientos, de cumplimiento de expectativas en base a acciones concretas que se traducen en valor compartido.
La reputación como elemento multidimensional y dinámico que evoluciona con el tiempo, está sujeto a la influencia de una multitud de factores, tanto internos como externos.
Un evento puntual, una crisis reputacional o un cambio en el entorno competitivo, pueden alterar radicalmente la percepción que tienen los stakeholders de una empresa.
En este sentido, es necesario complementar la información proporcionada por Merco con otros indicadores y análisis más cualitativos. La reputación no se reduce a un número, sino que se construye a través de relaciones sólidas y duraderas con todos los stakeholders.
Es fundamental analizar la coherencia entre la imagen que proyecta una empresa y sus prácticas reales, así como evaluar el impacto social y ambiental de sus actividades.
Merco es una herramienta valiosa para medir la reputación corporativa, pero no debe convertirse en un fin en sí mismo. La reputación es un activo intangible que debe ser gestionado de forma estratégica y sostenible.
Para ello, es necesario adoptar una visión integradora, más a largo plazo, dentro de las propia idiosincrasia del entorno VUCA y complementar los datos cuantitativos con un análisis cualitativo profundo. Solo así podremos construir empresas más resilientes y competitivas en un entorno cada vez más exigente.