En los más de 20 años que tengo cubriendo las firmas de prospectos dominicanos me he dado cuenta como una buena relación entre padres e hijos otorga excelentes beneficios.
He tenido la oportunidad de ver las dos vertientes, cuando las relaciones son buenas y cuando no lo son.
En varias ocasiones he presenciado a hijos que luego de obtener un buen bono por firmar para un equipo de Grandes Ligas decirles a sus padres que se marchen de sus casas, porque en lo adelante serán los hombres del hogar.
Recuerdo uno que ni vergüenza le dio que periodista y fotógrafo estuviésemos presentes para decirle a su padre sobre su decisión. La cara que puso ese señor, que en ese momento era policía, fue de frustración. Y con voz entrecortada le dijo: “mi hijo, te deseo lo mejor”, y se marchó.
En ninguno de los casos que presencié esa acción, los muchachos llegaron muy lejos, a pesar de las excelentes habilidades que tenían.
A otro rebelde con su papá le pedí que no lo abandonara y que aunque no lo quisiera, por lo menos le construyera una casa y por suerte así lo hizo, mostrando sensibilidad pese a todo.
Este relato lo hago porque sé que ese tipo de situaciones sigue sucediendo, debido a que muchos jugadores jóvenes han visto como sus padres les malgastan el dinero de sus bonos, viéndose obligados a tomar decisiones forzosas.
Es mejor ver los buenos ejemplos que presentan Nelson Cruz y sus padres Milagros y Nelson; Juan Soto y sus progenitores Juan José Soto y Belkis Pacheco, al igual que Eloy Jiménez y sus padres Luis Jiménez y Adelaida Solano.