SANTO DOMINGO.-“Aunque la cirugía plástica es vista en la sociedad como un procedimiento puramente estético, está probado que la autopercepción física incide drásticamente en la salud mental y en la adaptación social de las personas, sobre todo en casos donde el paciente sufrió un cambio drástico en su cuerpo”.
Así lo asegura Martin B. Robles Mejía, un cirujano plástico y reconstructivo certificado, que se especializa en procedimientos reconstructivos que pueden transformar para bien a personas que han visto deteriorada, en muchos casos, su vida laboral y hasta de pareja.
El especialista visiblemente emocionado dijo: “A la gente le sorprende como hago hincapié en mostrar el cambio de mis pacientes desde el aspecto emocional y como el rostro se les ilumina.
Y es que pienso que muchos que hoy vacilan en dar el paso necesitan ver no solo el cambio físico que experimentarán, sino lo que a través de esa transformación sucede en el interior, en la actitud de los pacientes.
El rejuvenecimiento que viene desde adentro con una felicidad que les redefine”. A pesar de su vasta formación y experiencia, el doctor Robles reconoce que toda cirugía conlleva un riesgo, pero destaca que en manos de profesionales probados este riesgo es mínimo.
Entiende que la proyección del trabajo del cirujano plástico llega a través de las imágenes, de los resultados, por eso tiene una interacción constante con sus casi 200,000 seguidores en Instagram, con los que conversa orientándoles acerca de sus dudas sobre procedimientos estéticos, y de cómo el paciente puede obtener la seguridad para realizarlos.
“Muchos se esconden por su apariencia, se encarcelan socialmente para no ser señalados o criticados, y eso nos motiva a trabajar con ahínco… esto va más allá de lo estético, pues eleva la autoestima y brinda satisfacción el cambio”, dijo.
El especialista
— Formación
Egresado de la escuela de medicina de la Universidad Iberoamericana (Unibe), con dos años de residencia Cirugía General y tres de especialización en Cirugía Plástica y Reconstructiva en Hospital General Santa Casa da Misericordia, en Brasil.