En la década de los ochenta un oficial a cargo del departamento antinarcóticos de la Policía Nacional resultó ser el principal beneficiario del microtráfico de la República Dominicana. Ese escándalo dio lugar a la creación de la Dirección Nacional de Control de Drogas.
En 2008 volvió a crearse un departamento antinarcótico en la Policía Nacional y tan rápido como a siete años de su fundación se detectó que un grupo de sus agentes, con el director del departamento a la cabeza, se robó un cargamento de cocaína que luego vendió a narcotraficantes locales.
El año pasado ese departamento fue disuelto nueva vez, pero la Policía no se libra de los escándalos mayúsculos. Ahora se comprueba que un grupo de agentes policiales de Barahona organizó y ejecutó un robo masivo de cocaína y, al igual que en el caso anterior, la vendió a un narcotraficante local.
Lo que tienen en común esos tres casos es que no han sido los controles internos de la Policía Nacional los que han permitido detectar el robo y venta de drogas por parte de agentes policiales.
En el de ahora la sociedad debe estar más atenta al desenlace pues las primeras entregas se limitan a agentes de poca monta pese a que la operación implica el robo de 400 kilos de cocaína, con un valor de mercado superior a los 260 millones de pesos.
El Ministerio Público tiene la obligación de asumir esta investigación y utilizar los medios propios, pues la Policía no se ganó el voto de confianza al mantener oculta esta situación hasta que le explotó en la cara.