
Lo dijo ayer el exministro de Educación, Ángel Hernández, al referirse a la apertura de clases: “Para lograr una educación de mayor calidad en la República Dominicana hay que seguir invirtiendo en aulas para los niveles inicial y secundario, pero sobre todo en recursos didácticos y tecnológicos para el aprendizaje, así como en la formación continua de los docentes”.
El nudo gordiano está en la parte final de su fórmula. ¿Cómo lograr mejorar la calidad de maestros cuyo poderoso sindicato rehúsa que sean evaluados para aplicar recompensas o sanciones acorde a su desempeño? Igual a como desde hace tiempo a los estudiantes los promueven de curso sin cumplir las exigencias del aprendizaje mínimo, los sindicalistas de los empleados de las escuelas y liceos públicos creen que deben recibir promociones y aumentos salariales sin importar la calidad de su enseñanza.
Esa es la raíz y causa principal del pobrísimo nivel de conocimientos del estudiantado. Maestros incapaces y niños analfabetas funcionales que llegan a la media, reciben un título de bachiller y luego alguna universidad los titula pese a sus flagrantes carencias y vergonzosas lagunas.
Insisto que la ADP es el principal enemigo de la instrucción pública. Cualquier autoridad con “del aquel” debió darles su merecido hace rato, rescatar a las escuelas secuestradas e importar maestros igual a como los equipos de béisbol traen refuerzos.
Si no, seguiremos en el sótano continental de la educación…