Todos los expertos nacionales e internacionales coinciden en que República Dominicana debe abocarse a una reforma fiscal integral para preservar la salud de su economía, la cual como consecuencia de la pandemia por el Covid-19, se ha visto amenazada.
El volumen del financiamiento al que ha llegado el país frente a los ingresos tributarios del Gobierno nos mantiene en una situación precaria frente a las calificadoras de riesgos.
En definitiva, el reto del Gobierno es producir una reforma fiscal que implique mejorar la calidad del gasto y elevar los ingresos tributarios en comparación con el Producto Interno Bruto (PIB).
La tarea del Gobierno será explicar con claridad a la población cómo las medidas que se adopten mejorarán la calidad de vida de los ciudadanos.
Una reforma fiscal tiene sentido si mejora las condiciones en que vive la gente.
Se trata de poner en un ente que administre lo colectivo una mayor cantidad de recursos para distribuirlo de manera eficiente a través de asistencia social, seguridad, obras de infraestructura, educación, salud y otras áreas para que el ciudadano viva mejor.
Hay que cuidar la salud de la economía dominicana y parece inevitable una reforma fiscal que en principio no será nada placentera.