Reflexiones en el 55 aniversario de la muerte de Manolo Tavarez y sus compañeros

Reflexiones en el 55 aniversario de la muerte de Manolo Tavarez y sus compañeros

Reflexiones en el 55 aniversario de la muerte de Manolo Tavarez y sus compañeros

El mes de diciembre, tan propicio para la celebración jubilosa, es también para la República Dominicana un mes de perennes evocaciones históricas que han de permanecer siempre vivas en nuestra memoria colectiva. El 19 de diciembre recién pasado se conmemoró el 53 aniversario de la Batalla del Hotel Matum, en la ciudad de Santiago y el 21 de diciembre conmemoraramos el 55 aniversario del asesinato vil del gran héroe nacional Manuel Aurelio Taverez Justo, en las estribaciones de Las Manaclas, en San José de Las Matas, junto a un valeroso grupo de compañeros, alzados en armas dispuestos a defender con su sangre y con su vida la constitucionalidad mancillada con el derrocamiento del Profesor Bosch y un digno camino de libertad verdadera para nuestro pueblo.

No pretendo en el presente artículo analizar si el alzamiento revolucionario de Manolo y sus compañeros era política y estratégicamente viable en un momento en que el conservadurismo civil y militar se había entronizado nuevamente en el control de los destinos nacionales y en una difícil coyuntura internacional en que, después del asesinato de Kennedy, se advertían claros los signos de que eran cada vez más remotas las posibilidades de que pudieran triunfar los movimientos revolucionarios.

Lo que fundamentalmente me interesa resaltar en esta ocasión es el hecho de que- más allá de las posibilidades de éxito político y militar del alzamiento de Manaclas- fue la pureza de su ideal, su amor a la patria, lo que condujo a Manolo y sus compañeros a ofrendar sus juveniles existencias.

El mismo Manolo era muy consciente de este anormal estado de cosas cuando en la Gran Manifestación del 14 de Junio de 1962, en el Parque Independencia, mientras gobernaba el Consejo de Estado, pronunciara el memorable discurso premonitorio de la acción que emprendería un año y meses después. En la ocasión afirmaba Manolo:
“ Óiganlo bien señores de la reacción; óiganlo enemigos del pueblo, enemigos del progreso, si los bienes del pueblo son sustraídos a ese pueblo y entregados a los enemigos; si sigue en vigencia la Ley de Emergencia y se pretende en consecuencia golpear en esa formal al pueblo, el 14 de junio sabe dónde están las escarpadas montañas de Constanza…Óiganlo señores de la reacción, si imposibilitan la lucha pacífica del pueblo, el 14 de junio sabe muy bien donde están las escarpadas montañas de Quisqueya…; y a ellas, y a ellas iremos, siguiendo el ejemplo y para realizar la obra de los Héroes de Junio de 1959, y en ellas mantendremos encendida la antorcha de la libertad, de la justicia, el espíritu de la Revolución, porque no nos quedará entonces, otra alternativa que la de ¡ Libertad o Muerte!.

Cuando el 28 de noviembre de 1963 de produce su alzamiento junto a sus compañeros que integraron los seis frentes guerrilleros en que se artículo en movimiento insurreccional, Manolo no tiene reparos en dejar traslucir que con el golpe militar- trujillista contra el gobierno del Profesor Bosch ya no existía camino, a su entender, para una solución democrática. Expresa en la ocasión:
“Nosotros habíamos denunciado correcta y oportunamente la inminencia de ese criminal e imperdonable atentado subversivo, y habíamos insistido en que el relativo y precario estado de paz y armonía alcanzado por el ingente esfuerzo de nuestro generoso pueblo sería aparente y artificial, mientras no fuera conjurado y extirpado el prevalecimiento de la amenaza impune incrustada en el seno de los aparatos armados y oficinescos de la nación y mientras no fuera combatida y vulnerada la vigencia intocada de latifundistas feudales domésticos y de los invasores imperialistas norteamericanos, que son fuente y la base de la anormal actuante pervivencia de los personeros y métodos delictivos y tiránicos que caracterizan a esta hora deplorable que vive el conglomerado dominicano”.

Acosados en las montañas. Sin alimentos ni soporte logístico de ninguna especie, una profunda deliberación política se produce entre los guerrilleros alzados liderados por Manolo. ¿Debían entregarse para preservar la vida de su líder y la de ellos mismos con él a a la cabeza como garantía en la rendición o el llamado a la entrega hecho por Tavarez Espaillat, en nombre del Triunvirato, no era más que un engaño que aprovecharía el poder militar para fusilarles sin piedad? Las opiniones estuvieron divididas pero, finalmente, triunfó la posición mayoritaria que aprobaba acogerse al ofrecimiento de Tavarez Espaillat.

Luis Peláez, José Daniel Ariza, Joseito Crespo, Napoleón Méndez ( Polón) y Rafael Reyes ( Pitifia) no estuvieron de acuerdo con la decisión adoptada en el frente de Manaclas y deciden su propio rumbo para el retorno a la ciudad. Manolo y sus 16 compañeros decidieron bajar pero, al día siguiente, la prensa local daba cuenta de que había renunciado el Triunviro Don Emilio de Los Santos en protesta por que el día anterior en un supuesto “combate” había muerto Manolo y 14 de los miembros de su grupo. Era el trágico desenlace que dejaría huérfano para siempre a nuestro país de uno de los líderes más nobles y puros de toda su historia junto a valiosos compañeros que decidieron anteponer el ideal de patria antes que sus ventajas o sus canonjías.

Por este gesto noble y generoso, y tantos otros, nuestra patria les debe perenne tributo de respeto, recordación y gratitud como se lo debe a todos los que formaron parte de aquella heroica y juvenil empresa libertaria, varios de los cuales, afortunadamente, aún viven entre nosotros.



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