Reflexiones de diciembre
Desde que entra este mes, se siente la nostálgica brisa de Navidad. Vemos decoraciones en tiendas, balcones, calles y casas que nos alegran poniéndonos a tono con la época.
Generalmente planeamos lo que vamos a hacer en los días de celebración con familiares y amigos.
Hacemos listas de platos para servir, ropa para usar, lugares para festejar y eso está muy bien. Lo merecemos. Claro que eso lo hacen los más afortunado que laboran y reciben doble sueldo.
Queridos lectores, les invito a pensar en los menos afortunados, ya sea por falta de recursos económicos, pérdidas o por salud. Pensemos en alguna manera de apoyarlos en este tiempo, ya sea con su cena del 24 o 31, con una visita para quedarse un rato con un enfermo para que su cuidador descanse, pagando alguna deuda de un familiar o amigo, escuchando al amigo con una situación dolorosa, regalando juguetes a niños que no tienen; en conclusión, haciendo el bien sin mirar a quién.
No esperemos que las oportunidades de ayudar lleguen a nosotros, busquémoslas. Tratemos con amor incondicional a todos, regalemos sonrisas y saludos, cedamos el paso a conductores o peatones, gratifiquemos a los que nos hacen servicios.
La Navidad es tiempo de mucha alegría para unos y mucha tristeza para otros.
La nostalgia despierta muchos de nuestros sentimientos. Por lo tanto, es clave la reflexión, compasión, la disculpa, el reencuentro, la amabilidad, la cortesía y la bondad.
Trabajar el resentimiento, evitar ofenderse y ofender. Enviemos amor a todos y a todo.
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