Reflexiones

Se dice que el neoliberalismo ha fracasado porque ha agravado la tragedia económica de los países pobres y los pueblos.
Pero si se trata de una doctrina económica para los poderosos imponerla a costa de la soberanía y el progreso de tales países y del agravamiento de las condiciones de vida de los pueblos. Las recetas neoliberales no se hicieron para salvar a los oprimidos, sino para hundirlos más y lo ha logrado.
El debilitamiento del Estado hasta convertirlo en un aparato famélico imposibilitado de mantener la cohesión nacional, de garantizar servicios públicos como los de la salud y la seguridad social, el orden público y hasta la organización del tránsito en las calles.
Se impuso la privatización de lo público, de lo cual no han escapado las empresas estatales, las playas, el agua y las riquezas mineras del subsuelo; igualmente la quiebra de la producción nacional y la dependencia económica y política de los países pobres respecto a los monopolios transnacionales. Son las consecuencias de algunos de los postulados del neoliberalismo, y hoy están a la vista de todo quien tenga ojos para ver.
Sería mejor decir que con el neoliberalismo y sus ajustes, salen ganando las potencias económicas y los derrotados son los pueblos.
Y en términos sociales y políticos, hay otros resultados catastróficos. El dislocamiento de la estructura social de las naciones, como la progresiva liquidación del campesinado, la desorganización de la clase obrera, la liquidación de los sindicatos y las organizaciones campesinas, juveniles, femeninas y el debilitamiento orgánico de las fuerzas progresistas.
Y algo tan perjudicial como todo esto. El neoliberalismo es una doctrina económica, y es una ideología, todo un sistema de antivalores políticos, ideológicos y culturales en base a los cuales se ha promovido el individualismo extremo, la despolitización, la apatía de los jóvenes frente a su deber de ser vanguardia revolucionaria; el conservadurismo y, en los últimos tiempos, neofascismo en diferentes formas.
La izquierda y la intelectualidad progresista han librado una larga lucha contra los postulados económicos del neoliberalismo, casi unilateralmente. Porque los conceptos ideológicos y la cultura disolvente que ese neoliberalismo promueve, han sido subestimados en sus efectos y son en realidad la que más daño político han hecho y más dificultades subjetivas crean en la conciencia de la gente.
Hoy por hoy, la denuncia, el debate y la exposición en el plano ideológico y cultural debe ser nuestro principal campo de batalla contra el neoliberalismo. Simples reflexiones.
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