Pasó la Nochebuena y el primer día de una parte importante de la época navideña, mas falta la Nochevieja y el día de Año Nuevo, días en que además de celebrar, hacemos muchas promesas a nosotros mismos y a los demás.
Promesas que generalmente no se cumplen en el transcurso del siguiente año o jamás, ya que se hacen impulsados por las emociones y sentimientos propios del momento. Más productivo y juicioso sería tomar un poco de tiempo para reflexionar acerca de las necesidades, deseos y oportunidades, escribirlas, reflexionarlas y poner empeño en los logros.
Les invito a que, en las horas faltantes al término del año 2025, además de hacer aprestos físicos y de festejos, sacar tiempo para adentrarnos en nuestra alma y corazón con ánimo de reflexión.
Preguntarse cómo pasé este año que está por terminar, qué propósitos no cumplí y las razones por las cuales no se lograron; si continuará este propósito el próximo año o lo cambiaré por otro más viable; cómo estoy con las relaciones familiares o amistosas, si tengo herramientas para mejorarlas o tengo que buscarlas; qué modificaciones debo hacer y en cuáles áreas; cómo estoy en crecimiento espiritual; cómo estoy conmigo mismo.
Haga su listado de lo que desea lograr, priorizar, modificar, construir, desechar, suspender, postergar o borrar definitivamente y trabaje en eso.
En lo personal, trabajaré en deshacerme de resentimientos, desprenderme del ego dañino, humanizarme más y amar sin expectativas e incondicionalmente. Si desea unirse a mi decisión, me alegraría en demasía.
Disfrute las fiestas con sus seres amados.
