Estos son unos días en que nos llegan balances y reflexiones de todo tipo. Al finalizar un año y comenzar otro todos nos ponemos a pensar qué ha ocurrido en estos 365 días.
Creo que es un ejercicio muy interesante para saber en qué punto estamos y hacia dónde vamos.
Pero es algo que deberíamos hacer de manera recurrente y no dejarlo solo para ocasiones como esta, de esa forma seríamos capaces de tomar decisiones o hacer algunos cambios de una forma más paulatina, sin prisas, y no porque sintamos que algo acaba y el tiempo se nos escapa.
Pasar balance a las diferentes facetas de nuestra vida es algo enriquecedor. Es la mejor forma de auto conocimiento que nos regala la oportunidad de entender nuestros actos, nuestras metas, aquello que estamos viviendo y que en ocasiones por el día a día no analizamos con suficiente dedicación.
Es también una forma de mejorar lo que somos y nuestra relación con los demás, porque al final si logramos entender en qué punto estamos, qué es lo positivo y lo no tan positivo que tenemos en ese momento, seremos capaces de avanzar y al mismo tiempo de solucionar aquello que nos lastra.
Yo suelo hacerlo a menudo. Me gusta entender quién soy en cada momento, qué quiero y sobre todo en qué puedo mejorar.
Al final de eso se trata la vida, de ser capaces de mirarnos en un espejo con la verdad en una mano y con las ganas de prosperar en otra.
No hay que esperar a que un año acabe, si te paras a pensar cada día es una oportunidad para conocerte mejor, para entenderte y sobre todo para tomar las decisiones y acciones que te acerquen a aquello que te hace feliz.
Así que les deseo un 2023 lleno de estos momentos.