Recordando a Bernardo Jaramillo

Recordando a Bernardo Jaramillo

Recordando a Bernardo Jaramillo

Rafael Chaljub Mejìa

Hace varios días un compañero del Congreso Cívico reenvió al chat mediante el cual nos comunicamos habitualmente los integrantes de ese movimiento, una nota al cumplirse el pasado 22 de marzo, 33 años del asesinato de Bernardo Jaramillo Ossa.

Me vino a la memoria la ocasión aquella en que lo conocí personalmente cuando él era candidato presidencial de la Unión Patriótica, una agrupación considerada como el brazo político electoral del Partido Comunista de Colombia que, de otra parte, tenía en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, las FARC, su brazo militar

Era un juego político muy difícil, en el cual se trataba de manejar, nada menos que en Colombia, la lucha armada y la acción electoral al mismo tiempo.

Yo estaba en Bogotá como delegado a un evento internacional de organizaciones revolucionarias. En un momento de los trabajos, entre aplausos y exclamaciones, entró Jaramillo en el salón, subió a la tribuna, con su clásica camisa amarilla, saludó con su brazo derecho en alto y su lema de: “Venga esa mano país”.

Alto, de sonrisa pronta y buen hablar, al terminar su discurso se marchó seguido por una celosa escolta de casi una docena de muchachos con armas automáticas. El celo de la escolta me reafirmó que estábamos en Colombia, que estaba atrapada entonces en la violencia homicida proveniente de fuentes muy diversas.

Como quiera, me quedó la impresión de que en Jaramillo tenían Colombia y las fuerzas revolucionarias colombianas, una hermosa promesa. Aquel muchacho nativo de Manizales, capital del departamento de Caldas, con apenas 34 años, pero ya veterano de las luchas agrarias del Urabá antioqueño, abogado, militante de la Juventud Comunista y del propio PC, también había sido senador.

Pero el asesinato a mansalva lo acechaba. Bernardo sucedía en la candidatura presidencial de la UP al abogado Jaime Pardo Leal, muerto también por asesinato el once octubre de 1987. Porque los paramilitares, grupos del narcotráfico y núcleos criminales de la fuerza pública, habían decido ahogar en sangre a la UP, y lo lograron al costo de la vida de cinco mil dirigentes y miembros de esa agrupación.

A Jaramillo lo mataron en pleno aeropuerto El Dorado, a la vista del público y de las autoridades. Se presentó a un sicario, un joven de apenas 17 años, como coautor del hecho, que finalmente, permanece aún en la impunidad. Hasta que la justicia cobre como se debe, esa deuda de sangre preciosa y noble.