De un tiempo acá, para pronosticar recesiones, los economistas recurren a monitorear el comportamiento de la curva de rendimiento de los valores financieros que emite el Departamento del Tesoro (equivalente al Ministerio de Hacienda) de los Estados Unidos. Generalmente, los valores del Tesoro a menudo se denominan notas o bonos del Tesoro para abreviar.
La curva de rendimiento del Tesoro norteamericano compara los rendimientos de las letras del Tesoro a corto plazo con las notas y bonos del Tesoro a largo plazo.
Por ejemplo, el Gobierno americano emite valores financieros inferiores a plazos menos de un año y le llama “letras del Tesoro”; igualmente emite otros valores, como los “pagarés” a plazos de dos, tres, cinco y 10 años; y emite “bonos” a plazos de 20 y 30 años.
Hay tres tipos de curvas de rendimiento: normal, plana e invertida, y en varios años de la última década, la curva de rendimiento ha tenido esos comportamientos. Sin embargo, recientemente, la curva de rendimiento se ha invertido.
Cuando la curva de rendimiento es normal, los inversionistas tienen confianza y esperan que la economía crezca, y no invierten mucho en valores financieros de largo plazo, provocando que el rendimiento de estos valores aumente abruptamente.
Por otra parte, con curva de rendimiento plana, los inversionistas esperan un crecimiento lento, y rendimientos bajos en todos los ámbitos; y cuando la curva de rendimiento esta invertida, los rendimientos de los bonos con una duración más corta son más altos que los rendimientos de los bonos con una duración más larga.
Es una situación inusual, ya que los inversionistas exigen más rendimiento para los valores de largo plazo que los de corto plazo.
Pero si se comportan de esa manera, es porque esperarían que la economía vaya peor en tres años que en cinco años; y si esto ocurre, entonces los inversionistas tendrán poca confianza en la economía en el corto plazo, enviando la señal que se está en una recesión. Se parece mucho a lo que está ocurriendo actualmente, veremos.