Como dermatóloga que trabaja en Londres, he estado viendo pacientes con problemas de piel durante más de una década y el acné se ha convertido en una de mis principales áreas de interés.
En los últimos años, he notado con preocupación que, con el aumento de los mensajes sobre el «bienestar» y el persistente énfasis que se hace en este tema, nuestra relación con los alimentos en el contexto de los problemas de piel ha venido cambiando.
Permíteme darte algunos antecedentes.
Soy consciente de que veo en mi consulta privada a un grupo de pacientes que se ha autoseleccionado.
Muchos de ellos han sufrido una larga historia de acné, la mayoría son mujeres de clase social alta. Eso forma parte de trabajar en áreas exclusivas de Londres.
Para cuando muchas de ellas llegan a mi consulta es porque ya han agotado numerosos tratamientos para su acné.
Esto incluye cambiar los métodos de cuidado de su piel y a menudo vienen de gastar mucho dinero en procurar encontrar el producto correcto.
Lo que ingieren
Muchas de ellas también han modificado sus dietas y es precisamente ese aspecto, el de la nutrición, la tendencia que me cuesta ignorar.
Las pacientes me dicen que eliminan productos lácteos, el gluten y el azúcar en un intento por deshacerse de sus manchas.
Muchas están restringiendo activamente alimentos hasta el punto de que, para mí, se ha convertido en una obsesión poco saludable: encontrar excusas para no ir a cenar con amigos o negarse a comer un trozo de pastel de cumpleaños que ha sido realizado con cariño por un familiar.
Algunas evitan comer fuera de casa, ya que no hay un restaurante o cafetería «limpio» que pueda proporcionar comida «aceptable» o «permitida».
Así es que, como dermatóloga, estoy lidiando no solo con el acné, sino también con un miedo muy real a ciertos alimentos.
Un vínculo controversial
Pero echemos un vistazo a la evidencia. ¿Cuál es la relación entre el acné y la dieta?
El vínculo ha sido discutido durante décadas y sigue siendo controvertido.
Hacer estudios dietéticos de buena calidad es una tarea difícil y muchos de ellos dependen de la buena memoria de las personas sobre lo que comieron en el pasado.
¿Puedes recordar con precisión lo que comiste la semana pasada? Imagínate si te pregunto: ¿qué comiste hace 10 años?
Lo que sí sabemos es que existe una relación creciente entre el desarrollo del acné y los alimentos que tienen un alto índice glucémico (IG), por lo que, potencialmente, el azúcar podría tener algo que ver.
Sin embargo, la forma en que yo interpretaría esto no es cortando el azúcar por completo, sino siendo consciente de su consumo.
Esto no solo es bueno para tu piel, sino también para tu bienestar general.
¿Y los productos lácteos?
El vínculo con los productos lácteos es en realidad mucho más débil.
Aun así, pudiese tener un papel en el acné que desarrolla un grupo pequeño y selecto de personas, pero ¡no todos!
Por razones que no se entienden completamente, los productos lácteos bajos en grasa parecen ser peores que la grasa completa.
No existe una guía sobre el acné en Reino Unido ni en Estados Unidos en la que se recomiende eliminar los lácteos para el tratamiento del acné.
Hay muchas personas que veo siguiendo una dieta vegana y todavía tienen manchas en su piel.
Del mismo modo, tengo muchos pacientes que han eliminado grupos de alimentos enteros, pero sus manchas persisten.
Etiquetar los alimentos como el problema es demasiado simplista y no tiene en cuenta la naturaleza multifactorial del acné, que incluye variaciones en las hormonas y la genética.
La vergüenza de comer
Si las restricciones alimentarias no fueron lo suficientemente malas, el segundo aspecto que no puedo ignorar es el de causar y sentir vergüenza por los alimentos que se ingieren.
Hay personas que piensan que es socialmente aceptable dar consejos o emitir juicios (aunque nadie se los pida) sobre los hábitos alimenticios de alguien y, además, culparlos por el estado de su piel.
Esto también me ha pasado a mí y cito algunos ejemplos:
- El extraño en la calle que te dice que tienes acné porque comes helado en un caluroso día de verano.
- El pariente preocupado que te dice que dejes el chocolate ya que obviamente te provoca las manchas.
- El troll en las redes sociales que te dice que no sorprende que tengas piel fea porque publicaste una foto de un trozo de pizza.
Estamos viviendo en un mundo de sobrecarga de información. Todos tienen voz y una plataforma y las redes sociales nos permiten llegar a un público más amplio que no hubiera sido posible hace 20 años.
Pero, ¿cómo se distinguen las voces científicamente confiables de los charlatanes?
Si te sientes desesperado por tus manchas y tu autoestima está por el piso, es totalmente comprensible que acudas a internet para pedir consejo.
La dificultad es que no todos los consejos se pueden aceptar de la misma manera, pues existe mucha información conflictiva que a veces incluso proviene de los mismos profesionales de la salud.
Y solo porque algo le funciona a una persona no significa que te servirá a ti.
Todos somos individuos, con nuestro único ADN, medio ambiente y microbioma intestinal y cutáneo.
Más allá de la piel
El acné ya se ha relacionado con una serie de problemas de salud mental como ansiedad, depresión, aislamiento social y mala imagen corporal.
Decirles a las personas que son vulnerables a desarrollar problemas de salud mental que tienen que restringir su dieta, es de por sí preocupante.
Pero eso está sucediendo en las redes sociales, donde las personas (bloggers, a través de naturópatas y medicina funcional) prometen llegar a la «raíz del problema».
Nadie niega que una buena nutrición sea importante para tu piel.
La comida tiene múltiples roles en la salud y los problemas de la piel. Pero eso no significa que hay que hacer que las personas se sientan mal por sus elecciones dietéticas al dar consejos no pedidos y que carecen de fundamento científico.
Esto crea una cultura de culpa injusta, pues se está criticando a las personas que ya están luchando una batalla.
Los pacientes me dicen que ese tipo de comentarios están afectando su salud mental o le está provocando patrones de alimentación desordenados.
Muchos se preocupan mucho más por lo que comen de lo que deberían. Otros piensan dos veces antes de atreverse a comer un alimento azucarado en público.
Háblalo
Los amigos que trabajan en nutrición y psicología me dicen que no estoy sola en esta observación, ellos también están viendo eso en sus consultorios.
Entonces ¿cuál es la solución? Si estás sufriendo de acné y algo de lo que he dicho aquí te suena familiar, es importante que busques ayuda médica.
De la misma manera, si notas que un ser querido se muestra cauteloso con la comida debido a sus manchas, anímalo a hablar con alguien.
Sé abierto con tu médico de cabecera o con tu dermatólogo acerca de tus preocupaciones con respecto a los alimentos.
Puede resultar realmente útil trabajar con un equipo de personas, como un dietista y un psicólogo, además de un especialista de la piel.
La comida no tiene que ser «buena» o «mala», pues las etiquetas son demasiado binarias.
Comer bien para tu piel implica patrones de alimentación sostenidos a lo largo del tiempo, no solo del paquete de dulces que comiste hoy.
Publicado por la BBC el 9 enero 2019