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Reacción local USAID no es moral, es política

Reacción local USAID no es moral, es política
Periodista Luis García

En estos días he visto a gente rasgándose la vestidura, hipersensible, con urticaria y casi hasta vistiéndose con silicio ante la aparición masiva en redes sociales y plataformas digitales de señalamientos de que determinadas personalidades de la vida nacional fungieron en el pasado reciente como agentes pagados al servicio de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo (USAID), suspendida por la administración del presidente Donald Trump.

La verdad es que no comprendo estos ejercicios de moralidad pública, porque no está en juego una cuestión ética, sino de carácter político. Pongamos las cosas en su justo lugar y en el debido contexto.

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A partir del primer gobierno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), 1996-2000, que también coincidió con los albores de la eclosión de las redes sociales a nivel planetario, se perfiló una nueva opinión pública en el país.

El advenimiento del siglo XXI trajo consigo la proliferación de escenarios fértiles para la libertad de expresión y difusión del pensamiento a través de medios y plataformas digitales no convencionales. Entre 1996 y 2020, el PLD gobernó la República Dominicana 20 de los 24 años de ese período. Tuvo dos presidentes, Leonel Fernández, 12 años; y Danilo Medina, los otros ocho.

En el discurrir de ese largo tiempo hubo una parte de la opinión pública que actuó hasta con irreverencia frente al poder, llegando a traspasar los límites de la libertad de expresión y difusión del pensamiento. Naturalmente, lo de la irreverencia resulta relativo en el periodismo, porque el periodista debe ser siempre indeseable, inoportuno y certero en su impertinencia frente al poder de los gobernantes.

Resulta indiscutible que desde el referido ámbito se realizó un aporte significativo para el surgimiento de una cultura política más participativa y plural, y con ello empujar hacia el fortalecimiento institucional y democrático, tareas que siguen pendientes de aprobación en el país.

Hoy se puede afirmar que se constituyó en pieza clave en el triunfo electoral del año pasado que alcanzaron el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y el presidente Luis Abinader en el año 2020.

Sin embargo, llama la atención que ahora los hacedores de opinión que formaban parte de ese grupo han cambiado de parecer en sus enfoques.

Las razones podrían ser diversas y complejas: aproximación ideológica con los que gobiernan, satisfacción de egos al sentir que se les importantiza con una llamada personalizada, las frecuentes invitaciones al Palacio Nacional o el hecho de contar con jugosos contratos publicitarios.

Lo anterior sin obviar que algunos disfrutan de buenos sueldos respaldados por fondos del erario que, en parte, se nutre de un endeudamiento externo que hace tiempo preocupa al liderazgo nacional, pero que calla, inexplicablemente, a sabiendas que compromete la soberanía del pueblo dominicano.

Ahora que el trumpismo ha denunciado a la USAID, que erogó más de una decena de millones de dólares en los últimos siete años a favor de la local Participación Ciudadana, entidad que jugó un rol político determinante para destronar del poder al PLD, algunos de los involucrados han salido a dar clase de moral, pretendiendo desligarse de esa acción política que tuvo su máxima expresión en el movimiento Marcha Verde.

Hay que entender que se trató de una acción política que ha quedado al descubierto. Sus promotores lo que deben es asumir la realidad y no pretender confundir de que actuaron haciendo periodismo ni ciudadanía.

Toda acción política trae como consecuencia una reacción en esa misma dirección. No se trata de que sean agentes de la USAID, sino de políticos.

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