El Gobierno dominicano se ha mantenido del lado correcto de la historia frente a la crisis de Venezuela generada por el intento del régimen de Nicolás Maduro de robarse las elecciones de ese país e intentar desconocer la determinación del pueblo venezolano.
Con esa postura se ha correspondido con el histórico apoyo de los venezolanos a la democracia dominicana durante la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo y en la defensa de la democracia durante el accidentado proceso electoral de 1978, cuando hubo intentos de desconocer la voluntad popular de los dominicanos.
La dictadura de Nicolás Maduro ha arrestado a centenares de opositores y amenazó con la vida misma del candidato opositor Edmundo González Urrutia, quien debió salir hacia España exiliado con el respaldo de la Unión Europea y los países de América fieles a la democracia.
Los gobiernos del mundo, en especial de la región, tienen la obligación de apoyar al pueblo de Venezuela que hoy padece los embates de una dictadura criminal, negadora de derechos y que pretende a la fuerza mantenerse en el poder, desconociendo la determinación del pueblo venezolano.
Los malos ejemplos tienden a replicarse cuando quedan impunes. Lo que se está viendo hoy en Venezuela, en cierta medida, tiene una génesis en que lo que se permitió que el dictador de Nicaragua, Daniel Ortega, hiciera en ese país con los opositores.
El Gobierno dominicano ha hecho lo correcto y así debe mantenerse como tributo de gratitud al pueblo venezolano.
La comunidad internacional tiene la obligación de impedir que la dictadura de Maduro secuestre la democracia de Venezuela y que mantenga la persecución contra sus opositores, como ha intentado hacer.
El pueblo venezolano debe sentir que no está solo en su lucha por restablecer la democracia e impedir que se imponga la dictadura.
