Razón y democracia

Razón y democracia

Razón y democracia

David Alvarez

El predominio de la imagen y la tiranía de la apariencia van matando paulatinamente nuestra democracia. Nos acercamos a unas elecciones vacías de razón, donde rostros maquillados, unidos a estúpidas consignas, se nos muestran en vallas, anuncios y redes sociales.

Un gobierno que se sabe ganador y una oposición que lanza fuegos artificiales de denuncias cada semana, por si pega una, agotan el espacio de decisión de nuestra sociedad.

No hay propuestas sensatas, mucho menos acciones organizadas de los sectores sociales, es un circo de palabras, poses y fotoshop. Hijos heredando curules, ancianos ofreciéndose como rostros frescos, mudos frente a sus votantes, negociando candidaturas, sin someterse al voto de las bases partidarias.

Las cúpulas partidarias han desplazado la democracia, ahogando las alternancias necesarias y el relevo generacional forjado en el trabajo social.

A los electores se nos presentarán el año entrante candidatos negociados, sin propuestas, mucho menos críticas substanciales.

Sin una razón política, no existe democracia.

Las elecciones pueden sobrevivir a la democracia, es un medio, no su contenido. Y acudirán las masas a votar, nadie lo dude, porque no es un ejercicio político, si no el resultado de la propaganda, tanto para quienes están en la nómina estatal, como para los que aspiran a recibir un pago mensual del erario público.

Si la política no encuentra cauce en los partidos políticos y las elecciones, deberá abrirse paso en otros espacios sociales. No existe un modelo único para la democracia, pero debe forjarse con lucidez y organización, antes, durante y después de las elecciones.



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