Elías Brache
Trataré de explicar algo que me parece muy sencillo y lógico, pero que para aquellos que se dejan cegar por las pasiones es imposible de comprender.
No tengo el privilegio de conocer al destacado locutor Franklin Mirabal, sí me consta que es un elemento controversial, desde sus insultos con cantantes de Denbow hasta sus críticas a peloteros que llegaron a un punto donde él tuvo que pedirles disculpas con sus ojos llenos de lágrimas.
Dicho lo anterior, queda claro que ante todo estamos ante un showman, una persona que utiliza su presencia en los medios para mantener su vigencia, y eso es un derecho legítimo que le asiste. En lo personal le deseo todo el éxito posible, se ha hecho a base de trabajo, solo que creo que ahora está equivocado.
En ese afán de vigencia, el señor Mirabal irrumpió en la narración de juegos de béisbol y con una voz estridente y frases recurrentes estableció algo que algunos definen como “estilo” y que para otros, en los que me incluyo no es profesional, es maleducado, grosero, nocivo para la sociedad y podría perjudicarlo.
Veamos pues,
A) En lo profesional:
Quien les escribe, entre otras cosas, es locutor egresado de la escuela nacional de locución, si bien es cierto que nunca ejercí de pleno la profesión, recuerdo muy bien las lecciones, y en ellas en ninguna se hacía énfasis en utilizar cinismo o burla en la forma de narrar, más aún, no es equilibrado el decir “tremendo palo” cuando un equipo batea y “le puso el bate” cuando batea el otro.
Alguien diría, “es que te da cuerda”, no, es que si todos los narradores de todos los equipos comienzan a cultivar el mismo estilo, tendremos en vez de transmisiones de béisbol, competencias de burlas, cinismo e ironías y eso nos lleva al punto B.
B) Maleducado, grosero y nocivo para la sociedad:
La sociedad dominicana está enferma, y gravemente, los volúmenes de violencia son sencillamente alarmantes. En este momento, más que tratar de individualizarse con un estilo estridente y burlesco, la sociedad necesita modelos que la lleven a sanarse, a comprenderse entre sí, voces, gestos y actitudes que proyecten paz, ¿cuál es mi alternativa como padre, ir al play a ver unas mujeres contorneándose o poner la televisión y escuchar un griterío impertinente?
En esa misma línea, está la utilización de la expresión “Quítense del medio”. Alguien diría que es un juego, es la mai del play, el problema reside en que vistos los bajos niveles de educación de la sociedad dominicana, expresiones como esas no son procesadas por muchos como “estilo” sino como agresión, y eso es algo que el propio locutor ya experimentó cuando fue acosado a su salida de un partido de béisbol. En ese momento debió entender que si usted lanza piedras, no espere que le devuelvan bizcochitos.
Sobre este mismo punto debo también expresar mi preocupación por los niños, que siempre están atentos al béisbol y que no poseen la capacidad de absorber todo esto como chercha y podrían copiar patrones de conducta.
C) Podría perjudicarlo:
El último punto viene por algo que no tiene amigos, el dinero. Radio y Televisión no son nada si las personas no escuchan, y cada vez más se lee en redes sociales cómo fanáticos tanto del equipo para quien él narra como de otros, optan por otra voz para escuchar o ponen sus televisiones en mudo.
Siendo eso así, los anunciantes estarían proyectándose a menos audiencia con sus promociones, y en consecuencia recibiendo menos por su publicidad colocada, estaríamos frente a alguien que se estaría clavando su propio cuchillo, alguien que convencido de que hacia lo correcto se colocó en la boca del lobo.
La forma de narrar de Franklin Mirabal es nociva y él lo sabe, pero ha optado por hacerlo, sea cual sea el desenlace de su atrevida apuesta, que sea aceptado finalmente o no, es indiferente al hecho de haber fomentado una tirantez que no beneficia a la sociedad, pero que muy egoístamente podría beneficiarlo a él, y todo por “sonar”, ¿hasta cuándo pensaremos como colectivo y no de forma individual o grupal?
Finalmente, espero que este profesional de los medios haga lo correcto, que rectifique, como en otros momentos lo ha hecho, y a la vez que recuerde que si se equivoca en sus cálculos, será entonces él, que escuchará decir: ¡Quítenlo del medio!
