“Yo también tengo miedo”: Violencia femenina contra hombres, un fenómeno ignorado

Hombre
“Terminé con mi novia porque, en medio de una discusión y frente a todos los que estaban en el parque, ella me abofeteó, me echó el jugo encima y me vociferó obscenidades. Se enteró que mi ex es la nueva en la empresa y que no le había contado. No lo hice porque pensé que precisamente reaccionaría así. Ahora mis amigos se burlan de mí”.
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Así lo relata Marco (nombre ficticio), un dominicano de 31 años, ingeniero en sistemas, quien decidió poner fin a una relación al detectar signos claros de violencia de género. Su caso no es aislado, pero sí silenciado.
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Durante el episodio, nadie en el parque intervino. Nadie preguntó si estaba bien. Nadie alzó la voz por él. Esta falta de reacción social no es casualidad. La violencia ejercida por mujeres hacia hombres suele despertar respuestas más leves, escépticas o, en el peor de los casos, burlas. Esto se debe a estigmas culturales, estereotipos de género profundamente arraigados y una noción errónea: que solo los hombres pueden ser agresores.

Un artículo de la Revista Electrónica de Psicología Iztacala de la UNAM, titulado «Resignificando la masculinidad. La violencia hacia los hombres: un análisis desde la teoría de género», escrito por Cristian Paul González Arriola, revela que muchos hombres que han sido víctimas de violencia en sus relaciones comparten ideas muy similares sobre lo que significa “ser hombre” y cómo ese modelo influye en su manera de percibir y afrontar la violencia.
Estas creencias muchas veces los llevan a justificar o a callar lo que viven, por miedo al ridículo o a ser deslegitimados.
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Aunque comúnmente se piensa que la violencia de pareja afecta de forma muy distinta a hombres y mujeres, el estudio demuestra que ambos pueden vivir consecuencias emocionales similares: desvalorización personal, juicios negativos de sus entornos familiares, falta de opciones claras para escapar de la situación, e incluso una profunda impotencia.
El silencio institucional también contribuye. En el libro «Violencia doméstica en el Caribe anglófono», la investigadora Camille Tamara Cummings advierte que los casos de violencia contra los hombres están subregistrados en la región y que se necesita una mirada más amplia, más rigurosa y menos sesgada para entender el fenómeno y crear políticas públicas adecuadas.
Otro trabajo clave es el artículo «Voces silenciadas: hombres que viven violencia en la relación de pareja», publicado en 2019 por el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara.
En él, María Alejandra Salguero Velázquez, Laura Evelia Torres Velázquez y Juan Guillermo Figueroa Perea analizan cómo muchos hombres fueron educados para respetar a las mujeres, lo que es positivo. Sin embargo, también fueron enseñados a callar sus emociones, a no mostrar debilidad, y a no “hacerse la víctima”.

Esa combinación de creencias, plantean, crea un terreno fértil para relaciones desequilibradas, donde ellos pueden ser violentados sin identificarlo como tal. Como señala el estudio:
«Un espacio importante para estos hombres es la familia, en la cual fueron creciendo con discursos de ambos padres atravesados por el género, quienes les enseñaron a trabajar, a ser hombres honestos pero también, aprendieron a ocultar y callar sus sentimientos. Un aspecto significativo que formó parte de su aprendizaje del ser hombres fue el respeto y cuidado hacia las mujeres. Con estos discursos aprendidos sobre el trato hacia las mujeres, estos hombres fueron construyendo relaciones de pareja violentas, donde ellos resultaban ser violentados. Pues en la historia de estos tres hombres, la violencia no formó parte de sus aprendizajes de género en el ámbito familiar, sino que se construyeron como episodios de violencia en sus relaciones de pareja», señala el estudio.
Marco no es menos hombre por haber sido violentado. Tampoco lo es por haber hablado. Su historia representa una realidad que incomoda porque desafía una narrativa establecida: que la violencia de género es unidireccional.
Visibilizar estos testimonios no busca equiparar ni minimizar otras formas de violencia, sino abrir un diálogo honesto y necesario. Porque toda violencia, venga de quien venga, debe ser condenada, entendida y atendida.
-Propuesta
Este lunes la diputada Altagracia de los Santos propuso la creación de un Ministerio del Hombre en República Dominicana al considerar que esta iniciativa permitirá visibilizar y atender de manera directa las problemáticas que afectan a los hombres en la sociedad dominicana, muchas veces ignoradas por falta de una política pública especializada.
¿Qué es violencia doméstica?
Establece que constituye violencia doméstica o intrafamiliar todo patrón de conducta mediante el empleo de fuerza física, o violencia psicológica, verbal, intimidación o persecución, contra uno o varios miembros de la familia o contra cualquier persona que mantenga una relación de convivencia, contra el cónyuge, ex-cónyuge, conviviente o ex-conviviente o pareja consensual, o contra la persona con quien haya procreado un hijo o una hija para causarle daño físico o psicológico a su persona o daño a sus bienes, realizado por el padre, la madre, el tutor, guardián, cónyuge, ex-cónyuge, conviviente, ex-conviviente o pareja consensual o persona bajo cuya autoridad, protección o cuidado se encuentra la familia.
Art. 309-2 de la Ley 24-97
Este artículo no establece diferencia de género en cuanto a quién puede ser víctima o agresor, lo que significa que los hombres también pueden ser sujetos de protección bajo esta ley.
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