Cualquiera diría que se trataba de un juego de pelota, o de una pelea de boxeo, pero no.
De lo que todo el mundo estaba pendiente y todavía muchos sostienen que el asunto no ha terminado- era del diferendo entre el Gobierno y el pueblo sobre el 4% del Producto Interno Bruto para la educación.
Después de la entrevista entre el Presidente de la República y los representantes de la Coalición por una Educación Digna, en el Palacio Nacional, algunos dijeron que Leonel se los metió en el bolsillo al prometerles un pequeño aumento a las partidas presupuestarias en cuestión, mientras otros opinaron que al obligar al jefe del Ejecutivo a dialogar con los coalicionistas éstos se habían anotado un triunfo colosal.
Para mí, ninguno de los dos bandos ganó ni perdió. Si alguien ha salido ganancioso de estas confrontaciones han sido el pueblo y la institucionalidad, porque el choque ha servido para demostrar que la ciudadanía está tomando conciencia de sus derechos y aprendiendo a usar los procedimientos legales adecuados para discutir de tú a tú con el Gobierno de turno, aunque sin dejarse utilizar políticamente por los que están acostumbrados a pescar en río revuelto.
Los que creemos que lo que procede es un 4% para la educación y ni un centavo menos, seguiremos pensando igual, aunque los de arriba no lo quieran reconocer. Pero mientras tanto nos queda la satisfacción de saber que el pueblo ha aprendido a luchar civilizada y cívicamente por sus derechos.