Hay un evidente sentimiento de inconformidad con el estado de cosas en el país, combinado con un descreimiento generalizado en las personas y las instituciones.
Sin embargo, como el germinar de esa situación se ha dado de manera silvestre, solo se ha usado para marotear y no hay quien coseche, porque nadie se siente dueño de la siembra.
Marotearon a sacos llenos unos transeúntes que se hicieron llamar “Marcha Verde”. Muchos que vieron lo que ocurría se sumaron y marotearon también, pero no ha habido cosecha que pueda ser llevada al mercado y redituar beneficios políticos tangibles.
La oposición está disgregada o distraída como cuando Buda se detenía a observar su protuberancia.
Pareciera que solo los de Marcha Verde recogen frutos, pero se los comen debajo de una mata de mango, recostados del tronco de un árbol mientras hacen cuentos de sus andanzas.
Aunque muchos comen del fruto de la inconformidad con el estado de cosas en el país, aun no queda claro si alguien se beneficiará políticamente de la cosecha.