A todos, sin excepción, nos gusta ser reconocidos… quién diga lo contrario es el más grande de los mentirosos. Como seres humanos, queremos ser valorados, ya sea profesional como personalmente, pues nos hace saber que lo que hacemos está bien y que los demás valoran y cuentan con nuestras capacidades.
El pasado miércoles fui sorprendida por mis colegas de la Asociación Dominicana de Cronistas Sociales al ser reconocida con el máximo galardón por mi labor como periodista del área de las sociales con el “Gran Premio a la Trayectoria” del Premio Nacional a la Crónica Social.
Confieso que no lo esperaba y puedo asegurar que fue una noche de muchas emociones, pues mis amigas y colegas se confabularon hasta con mis hijos para sorprenderme, quienes subieron al escenario y me acompañaron al recibirlo.
Pocas veces y personas han logrado enmudecerme, cosa que lograron en la sala Máximo Áviles Blonda del Palacio de Bellas Artes. Esa noche fui reconocida por mis veintiséis años de labor ininterrumpida en los medios, así como mi labor a favor de la Comunicación y los comunicadores y mi pulcro accionar.
Solo en momentos como estos es que sientes que el tiempo ha pasado y mucho ha llovido desde el día en que Mónica Gutiérrez me llamó para forma parte de la plantilla inicial de Ritmo Social, en el Listín Diario. Mi eterno agradecimiento para ella.
Recibo este galardón con humildad, pues este solo refuerza mi convicción de “hacer bien” sin importar los escenarios. Muchas cosas quisiera decir, pero me falta espacio y solo me resta agradecer a directiva de mi asociación, presidida por Rosa Arredondo.
Gracias por sus felicitaciones y muestras de cariño. Es en estos momentos que nos damos cuenta que las huellas que vas dejando son visibles.