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Que siembre otro


Ningún dominicano quiere ya aguantai ese soi tan fueite, aquí na´ma sopoitan ese replandoi los haitianos, y vea, poi necesidad, poique si no, tampoco. Poi mí, que siembre otro”.

Así me hablaba un campesino de 53 años, allá en una loma de Moca, con quien tuve el gusto de conversar un buen rato el domingo pasado. Como todo hombre de campo, el amigo se expresa de forma llana, pero sincera y directa.
Mientras le escuchaba, sentía pena y vergüenza de que un humilde campesino fuera capaz de entender y describir mejor que los líderes políticos la realidad del campo dominicano y la necesidad de mano de obra haitiana para la siembra y el cultivo de alimentos. En el campo está pasando algo parecido a lo que ocurre en el sector de la construcción: sin haitianos, prácticamente, se para la obra. Nos guste o no, esa es la realidad.
Eso lo sabe todo aquel que tenga dos dedos de frente, incluidos los líderes políticos, empresariales, religiosos, hasta los “patriotas de cartón” que –en nombre de la Patria– se empeñan en sembrar odio.
Lamentablemente, el liderazgo político y social se ha rendido ante ese discurso que se ha instalado en la psiquis de mucha gente con escasez de neuronas, o simplemente gente buena pero confundida.
Algunos le llamarán “tacto” a la actitud, al discurso de los principales líderes políticos, tanto los del Gobierno como los de la oposición, que no quieren siquiera que se hable de un “plan de regularización” de los inmigrantes haitianos, por miedo a que los tachen de flojos ante el “enemigo”. Han cedido ante un chantaje de gente de mentes obtusas, con ciertos matices racistas, pero, ante todo, con un discurso de odio, una hipocresía colectiva, una soberana estupidez que al final tiene más de aporofobia que de nacionalismo real.
De ahí que, en las conclusiones del “Diálogo sobre la Crisis Haitiana y sus Implicaciones para RD”, organizado por el CES, se evitó por todos los medios hablar de regularización, cuando eso es lo que corresponde, porque tenemos conviviendo con nosotros y trabajando en nuestros campos y en la construcción a miles de inmigrantes irregulares. Pero no: no quieren hablar de eso.

El Gobierno y la oposición saben que la política migratoria que se está aplicando afecta también a los sectores agrícolas y de la construcción, pero prefieren mantener su discurso, sea por miopía o por simple oportunismo político. Es como alguien que prefiere darse un tiro en un pie para demostrar que no es “cobarde”. Idiota sí es.
Pero los números son los mejores argumentos. Y eso fue lo que hizo el economista, politólogo e investigador Faustino Collado en su ensayo ¿Cuánto reciben y aportan los inmigrantes haitianos a la economía dominicana?
En conclusión, señala el profesor Collado, si bien es cierto que el país gasta miles de millones de pesos en atenciones médicas, escuelas, subsidios en el transporte y otros servicios que usan los haitianos en República Dominicana, al final el balance es muy favorable para los dominicanos, en una proporción de aproximadamente 6 a 1.
Según sus cálculos, hacia 2023 RD gastaba algo más de RD$41,000 millones en esos inmigrantes, incluidas las parturientas y los niños que van a las escuelas públicas, además de otros servicios. En cambio, los cientos de miles de obreros haitianos dejan beneficios por una suma superior a los RD$301,000 millones, para un balance a favor del país de más de RD$260,000 millones.

Yo quisiera saber, como me dijo el campesino allá en Moca, si sacan –como quieren los “patriotas”– a todos los haitianos, “¿quién va a sembrai, quién va aguantai ese soi?”.

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German Marte

Periodista dominicano. Comentarista de radio y TV. Prefiere ser considerado como un humanista, solidario.

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