Puede que, antes de que ocurra, te des cuenta de que va a sucecer o incluso logres avisar a alguien, pero la caída inminente es imposible de evitar.
Se trata de un acto reflejo, en forma de mensaje que el cerebro envió a tu corazón, y que hace que caigas al suelo y quedes inconsciente.
«A veces, especialmente cuando hacemos ejercicio, nuestras arterias abren pequeñas ventanas cerca de nuestros músculos para aumentar el flujo sanguíneo y liberar oxígeno cuando se necesita, lo cual aleja la sangre del cerebro», explicó el genetista y presentador del programa de la BBC Inside Science, Adam Rutherford.
«Eso es también lo que puede ocurrir cuando te desmayas», asegura Hannah Fry, profesora del Análisis Espacial Avanzado en el University College de Londres (UCL) .
«Tu ritmo cardíaco aumenta para alcanzar la presión que permita enviar más sangre al cerebro», dice la científica.
Pero, si eso no funciona, nuestro cebebro activa un «sistema de emergencia».
Y es entonces cuando quedamos inconscientes.
Contra la gravedad
Imagina la sangre circulando en tus arterias. Tus nervios y corazón trabajan juntos para mantener la presión sanguínea perfecta y ayudar a impulsar la sangre hacia el cerebro y otros órganos.
«Lo que nos hace diferentes de otros animales es que nuestra cabeza está a más altura que nuestro corazón, por lo que nuestros cuerpos tienen que luchar contra la gravedad e impulsar la sangre hacia arriba», le contó a la BBC Nicholas Gall, cardiólogo consultor del Hospital Kings College de Londres.
«Cuando nos levantamos, grandes cantidades de sangre descienden a gran velocidad por nuestro cuerpo, que necesita reflejos para enviarla de nuevo hacia arriba».
Sin embargo, en muchas ocasiones, ésta no llega de manera suficiente al cerebro, que transmite mensaje al corazón.
Del cerebro al corazón
«El cerebro envía señales al resto del cuerpo para informar de que está teniendo problemas para recibir la cantidad de sangre suficiente y de que necesita una solución», explica el doctor Gall.
En ese momento, el cerebro quiere comunicar que no está recibiendo la sangre necesaria y que deberemos sufrir un desmayo.
De esa manera, el cerebro le «dice» al corazón, activamente, que disminuya su ritmo y que dilate sus válvulas.
«La presión sanguínea disminuye, por lo que el ritmo cardíaco baja de velocidad y la persona pierde la conciencia».
Caes al suelo «porque no tienes control muscular, así que tu corazón y cerebro quedan al mismo nivel, haciendo posible que el sistema se recupere».
«Estando en posición horizontal nuestro cuerpo no tiene que luchar contra la gravedad para enviar la sangre de vuelta al cerebro», cuenta Rutherford, quien también asegura no haber sufrido nunca un desmayo.
Y, efectivamente, esta ingrata experiencia no afecta a todo el mundo por igual.
Más mujeres que hombres
Hay personas que se han desmayado un par de veces en su vida y otras que nunca lo han hecho.
«Hasta un 40% de la gente se desmayará a lo largo de su vida», dijo Gall.
«Y la mayoría de quienes lo hagan lo harán una, dos o tres veces; suele haber una proporción de pacientes mucho más pequeña que se desmayarán de manera repetida», agregó el experto.
«Hay familias que tienen más tendencia a desmayarse, y a las mujeres les ocurre más que a los hombres».
La razón es que «las mujeres suelen tener un corazón más pequeño y menor volúmen de sangre, por lo que, cuando se levantan y la gravedad impulsa la sangre, hay más tensión en el sistema», explicó el cardiólogo.
Reflejo de supervivencia
Sin embargo, detrás de los desmayos también existen razones evolutivas.
Adam Fitzpatrick, cardiólogo y director de una clínica especializada en desmayos de la Enfermería Real de Manchester, Reino Unido, dice que «se cree que este reflejo de supervivencia es muy antiguo».
«Se cree que cuando nuestros antecesores se sentían amenazados por depredadores, era útil poder caerse al suelo y parecer estar sin vida».
«Bajo esas circunstancias, algunas personas solían desmayarse en esos momentos, cayéndose al suelo, volviéndose pálidas e inertes. Y el depredador se marchaba», explicó el especialista a la BBC.
Es también una cuestión evolutiva la que, según Fitzpatrick, podría explicar por qué unas personas se desmayan más que otras.
«Con la teoría de la evolución en mente, si se confiriera una ventaja, entonces los individuos con más capacidad de desmayo habrían tenido más descendencia».
«Además, es casi seguro que existen genes que explican la predisposición al desmayo».
Por lo tanto, si te desmayaste alguna vez en tu vida «debes ser uno de esos seres humanos evolutivamente superiores que tienen el gen del desmayo», asegura el experto.