Creo que uno de los momentos más plenos en la vida es cuando logras liberarte de ese lastre que te atenaza el corazón y la mente.

Todos, nadie se libra, tienen, han tenido y tendrán situaciones que se agarran de tal manera a sus pensamientos y sentimientos que no hay forma de soltarlas, de dejarlas ir, de quitarles ese poder de controlar su existencia.

Y sé que, en estos momentos, cuando me lean, a cada uno le llegará a la cabeza eso que se ajusta perfectamente a lo que describo.

Me gustaría decirles que no se preocupen, que eso va a pasar, que van a poder soltarlo, dejarlo atrás y les aseguro que ese es mi mayor deseo.

Pero la realidad es que eso no va a ocurrir hasta que ustedes busquen la forma de que pase; también les aseguro que no va a ser fácil, que tendrán momentos de recaída, que sentirán que es algo de lo que nunca se van a librar, hasta que llegue el día maravilloso de la liberación total. Lo sentirán, se darán cuenta, porque es algo que hace que te vibre hasta el cuerpo.

Cuando eso suceda, vaya pasando el tiempo, se acostumbren a caminar sin ese peso, entonces podrán darle una revisada desde esa tranquilidad, se darán cuenta de que llegó para enseñarles algo, serán capaces de quedarse con ese aprendizaje y sumarlo a su vida.

Y cuando eso ocurre, el sentir es perfecto.
Quisiera decir, también, que no va a volver a suceder, pero la vida suele tener pruebas que uno no quiere ni espera, pero por lo menos su corazón y su mente estarán más preparados y serán capaces de enfrentarlo de otra manera.

Y, algo importante, si necesitan ayuda, pídanla. No somos todopoderosos, aunque a veces creamos que sí.