¿Qué impide esa unidad?

¿Qué impide esa unidad?

¿Qué impide esa unidad?

Rafael Chaljub Mejìa

El partido en que milito casi se ha puesto ronco llamando al resto del movimiento de izquierda y progresista a formar un frente o una coalición que le permita obtener los mejores resultados posibles en las elecciones venideras.

Se han tocado todas las puertas, se han hecho todas las propuestas y concesiones permisibles y mientras el tiempo corre hacia el plazo fatal de las elecciones, la dispersión sigue y todo indica que el movimiento participará dividido, con varias candidaturas presidenciales. Los resultados son previsibles.

Lo peor del caso es que todos los grupos, sin excepción, se declaran partidarios de la unidad, entonces: ¿por qué se mantiene la división?

Es imposible darle respuesta exhaustiva a esa pregunta en las cuatrocientas palabras apenas que es el límite habitual de esta columna.

Ojalá, alguna vez el movimiento aborde el estudio de las causas de fondo de ese pecado original de la izquierda dominicana y encuentre en ese ejercicio de autocrítica el modo de superarlo.

Causas históricas como la vieja herencia caudillista y el concepto de dirigente o muerte, causas sociales en esta sociedad de mayoría pequeño burguesa, la ausencia de líderes carismáticos de autoridad indiscutida, el apego egoísta a las razones propias, esa mentalidad de conuco bajo la cual el sectarismo obtuvo su mejor cosecha y el enemigo sus mejores resultados.

En ausencia de ese liderazgo carismático y autorizado, cada quien se convirtió en cabeza de su propio ratón y esos jefecitos no se reconocen entre sí.

Cuando la izquierda dominicana se ha unido en forma mayoritaria, casi siempre ha sido atendiendo a un llamado hecho desde afuera. Ejemplo. A comienzos de los años setenta, el MPD fue satanizado y aborrecido por Juan Bosch y la generalidad de la izquierda porque planteaba una alianza antibalaguerista que incluía sectores de la derecha.

Cuando en 1973 Juan Bosch llamó a esa misma alianza con la derecha, esa izquierda que condenaba al MPD, excepción hecha del PCD, cerró filas junto a Bosch y se sentó a la mesa con la derecha opositora, aunque ni Bosch ni grupo alguno tuvo el valor de reconocer que el MPD tenía razón y eran ellos los equivocados.

Estos vicios vienen de lejos y siguen presentes, de forma tal que por más que se ha tratado de alcanzar algún nivel importante de unidad, siquiera circunstancial, para ir a las elecciones, no hay forma de allanar el camino para lograrlo.

¿Por cuáles causas? Pasemos balance alguna vez y podremos responder con honradez esa pregunta tan candente.



Rafael Chaljub Mejía

Columnista de El Día. Dirigente político y escritor.