Por: Freddy González
El Capítulo 1, numeral 2 de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) establece que es política de esa entidad:
«Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y tomar otras medidas adecuadas para fortalecer la paz universal»
Igualmente, en la Carta de La Organización de los Estados Americanos (OEA) en el capítulo 3) literal e) establece:
«Todo Estado tiene derecho a elegir, sin injerencias externas, su sistema político, económico y social, y a organizarse en la forma que más le convenga, y tiene el deber de no intervenir en los asuntos de otro Estado. Con sujeción a lo arriba dispuesto, los Estados americanos cooperarán ampliamente entre sí y con independencia de la naturaleza de sus sistemas políticos, económicos y sociales».
Contraviniendo principios básicos de las buenas relaciones que deben existir entre las naciones, el gobierno dominicano ha decidido intervenir en los asuntos internos de República Bolivariana de Venezuela con el recibimiento de Edmundo González Urrutia excandidato a la presidencia de ese país y sindicado como un ex-agente de tenebrosa Agencia Central de Inteligencia (CIA), cuando se desempeñaba con miembro del cuerpo diplomático de su país en la República de El Salvador.
En un llamado acto de apoyo a la democracia venezolana, en clara y abierta intervención en los asuntos internos de la otra nación, el presidente dominicano Luis Abinader recibirá el Palacio Nacional a González Urrutia y varios expresidentes de Centro y Suramérica, México y Caribe para rechazar el nuevo ascenso de Nicolás Maduro para un nuevo periodo presencial.
Qué busca el gobierno dominicano haciendo el papel de sede de un evento que no pasará de otra escaramuza condenada al fracaso de las fuerzas conservadoras y de derecha del continente auspiciadas por el Departamento de Estado contra República Bolivariana.
Qué gana el país sumándose al concierto contra un país con el que tenemos una deuda de gratitud y agradecimiento desde las luchas contra Trujillo; la salida de los funestos 12 años del régimen balaguerista, y las facilidades de Petro Caribe implementadas por el presidente Hugo Chávez.
El gobierno de Biden y los halcones del Departamento de Estado además de defender intereses económicos y de geopolítica, defienden un agente que, a su servicio, según datos ofrecidos por testigos oculares «participó con financiación y logística en la creación del «Batallón Atlacatl de las fuerzas armadas salvadoreñas».
A ese grupo se le atribuye la participación activa en la masacre de civiles inocentes en la comunidad del Mozote, donde fueron asesinados casí un millar de indefensos ciudadanos.
Lo más conveniente para nuestro país es el respeto a las elementales normas de convivencia entre naciones que es la no injerencia en los asuntos internos de otra nación, y dejar que sean los venezolanos que resuelvan sus propios asuntos.
El llamado acto de apoyo a la llamada democracia venezolana es una provocación innecesaria que en nada ayuda a buenas relaciones de respeto y solidaridad que deben existir entré nuestros pueblos.
Fuera las manos yankis de Venezuela y rechacemos la visita de González Urrutia por su pasado tenebroso.