Una caída o desplome del mercado de valores se produce cuando un “índice bursátil” cae drásticamente en un día o en varios días de negociación.
Los índices bursátiles miden el valor de una sección del mercado bursátil de un país a través de un promedio ponderado de acciones seleccionadas.
Los principales índices bursátiles están en los Estados Unidos: el Dow Jones Industrial Average, el S&P 500 y el Nasdaq; en Japón está el Nikkei 225; en el Reino Unido FTSE 100; en Alemania el Dax 30; en Francia el CAC 40; en China el MSCI chino; en España el IBEX 35, entre otros. Estos índices miden el desempeño de las acciones de las principales empresas de esos países.
Los desplomes suelen producirse cuando un acontecimiento negativo inesperado afecta a un mercado alcista demasiado extendido y desencadena una ola de ventas repentina y extrema. En pocas palabras, los vendedores asustados provocan caídas del mercado.
Por ejemplo, el desplome del mercado de valores de 2008 en los Estados Unidos comenzó el 29 de septiembre de 2008, cuando el Dow Jones cayó 777.68 puntos y los inversores entraron en pánico. Fue la mayor caída de puntos en la historia de la Bolsa de Nueva York en ese momento.
Recientemente el miedo se apoderó de las principales bolsas del mundo. En Wall Street, el Dow Jones cayó más de 1.000 puntos en la apertura, y el mercado en general se desplomó un 3 %. El Nasdaq, repleto de valores tecnológicos de riesgo, cayó un 3,7 %. El índice japonés Nikkei 225 se desplomó un 12 %, la peor caída de su historia.
En realidad, lo que ocurrió con las bolsas, principalmente en Estados Unidos y Japón, fue que las diferencias de tasa de interés entre ambos mercados generaron ganancias especulativas; era más barato endeudarse en Japón a tasa de interés baja e invertir en los Estados Unidos y en Europa.
Una vez Japón subió su tasa de interés, desaparecieron estas ganancias y los inversores comenzaron a vender sus acciones, y se desplomaron los mercados.