La envidia es mala consejera para principiantes, buscando atajos para perseguir lo que toma décadas de trabajo y buena suerte.
Lo pensé al ver cómo David Collado soporta ataques furiosos de adversarios naturales, como son políticos de su misma generación de otro partido, pero también de algunos jovencitos pagados de sí mismos por el éxito efímero de sus marchas, protestas y campañas cívicas.
¿Y qué envidian del alcalde? Quizás el público apoyo recibido del PNUD por la transparencia de su administración, propuesta como modelo para otras ciudades. O la simpatía que irradian embajadores foráneos cuando acompañan al alcalde en sus inauguraciones.
O el patrocinio lícito de empresarios confiados en un alcalde que no gasta un chele del Ayuntamiento poniendo ni una valla o anuncio en medios con su rostro ni nombre. O cómo ahorra fondos municipales. O el reconocimiento de los capitaleños.
¡O todo lo anterior! Las maquinaciones hablan más del chantajista que de sus pretendidas víctimas. Para “hiede-vivos”, nada peor que un gavilán emprendiendo vuelo en alturas inalcanzables para insectos.