El apego es la relación afectiva más íntima, profunda e importante que establecemos los seres humanos.
Este apego afectivo se caracteriza por ser una relación duradera en el tiempo, estable, relativamente consistente, y permanente durante la mayor parte de la vida de una persona.
Ejemplos de relaciones de apego son las que se desarrollan entre las parejas y entre los hijos y sus padres (y a veces entre profesionales y sus pacientes y/o alumnos). Aquí nos centraremos en el apego entre los hijos hacia sus padres.
El doctor Daniel Cueto, psicólogo familiar del Centro de Diagnóstico, Medicina Avanzada y Telemedicina (Cedimat), habla de la relación de apego y afecto que acompaña la vida de los seres humanos.
En la actualidad se considera que el apego es uno de los aspectos más importantes en el desarrollo de los niños, debido a las siguientes razones:
• Primero, el apego es una necesidad biológica que todos los seres humanos tenemos (de igual importancia que comer o respirar), esto quiere decir que los niños (y los adultos) necesitan vivir vinculados a otras personas que los cuiden y los quieran.
• En segundo lugar, el apego es importante porque es el “espacio vital de crecimiento del niño”, es decir, que la calidad del apego que reciba el niño va a influir en cómo se comportará y desarrollará en el futuro.
• Finalmente, el apego es lo que da al niño un sentido de seguridad, autoestima, confianza, autonomía y efectividad para enfrentar el mundo, de acuerdo a la calidad afectiva que reciba de sus padres.
Teniendo en cuenta estas razones, es muy importante aclarar que el apego no incluye todas las instancias de crianza y relación que se establecen con el niño.
Cómo se inicia
Según el especialista, el apego se forma específicamente en aquellos momentos donde ellos sienten o expresan algún malestar, sea porque se sienten solos, están enfermos, se hicieron daño, etc., y el modo cómo los padres calman ese malestar.
Apego seguro: son los niños que cerca del año se muestran autónomos, sociables, dóciles, capaces de explorar el ambiente y perciben a sus padres como base segura, es decir, como personas sensibles a sus necesidades y que favorecen el contacto y la cercanía.
“Este vínculo afectivo comienza en el embarazo en donde la madre crea los primeros vínculos con su hijo, sabemos que en algunos casos él bebé mucho antes de nacer es capaz de reconocer ciertos sonidos como voces o música.
Este vínculo de mantiene desde el nacimiento y permanece durante mucho tiempo, determinando las futuras relaciones interpersonales que tenga durante su infancia y su adultez.
El periodo más importante es durante el primer año de vida del bebé, al final de los 12 meses de vida se consolida el apego y según como haya sido la relación padres – hijo, es el tipo de apego que el niño internalizará y que posteriormente influirá en toda su vida.
Un niño con apego inseguro suele tener una madre o un padre que no reaccionan de forma consistente.
Unas veces son cálidos y cariñosos, pero otras, precisamente cuando el niño más demanda, se muestran fríos e inaccesibles, cuando llora o reclama.
Cuando hay rechazo
Los padres sienten una mezcla de rechazo y hostilidad con amor, pero son incapaces de mostrarse cercanos al niño cuando se muestra incómodo por una necesidad insatisfecha, contacto físico, comida, incomodidad, miedo o cansancio.
Su respuesta, en vez de la de escuchar a su hijo y mostrarse seguros y cariñosos, es la de negar las necesidades del niño y achacarlo todo a la manipulación o los caprichos.