Esta semana, la mayoría de personas que viven en los Estados Unidos celebran el Día de Acción de Gracias, un día en el que las familias que viven en territorio americano -sin importar de donde sea su procedencia- tienden a adoptar este concepto integracionista, humanitario y social.
Ese sentir de gratitud por la cosecha que vivieron los primeros colonizadores ha evolucionado a una celebración de las familias.
Si bien parece que hablo de algo antiguo, mas bien es un recordatorio de los grandes beneficios que la gratitud proporciona a la salud, el bienestar individual y consecuentemente familiar y social.
Hay innúmeros estudios que muestran pacientes que viven con condiciones crónicas como: depresión, ansiedad, diabetes, fibromialgia, artritis, entre otras complicaciones, y sin importar la edad experimentan beneficios extraordinarios con el solo hecho de mantener una rutina de agradecimiento.
Los estudios muestran que expresar gratitud ayuda a que el cerebro libere dopamina y serotonina, sustancias químicas encargadas de gestionar sentimientos de relajación y felicidad en las personas.
Por ende, las personas viven con menos estrés y más felices. Junto con la reducción del estrés, las personas también experimentan mejor y mayor calidad de sueño. El sueño de calidad facilita la regeneración celular y con ello del cuerpo.
Al dormir mejor, también se mejoran temas como la depresión y la ansiedad; inmediatamente mejora la toma de decisiones que incluye: alimentación, sedentarismo, e incluso consumo de alcohol y otras sustancias.
La autoestima y las relaciones con otros son beneficiadas casi automáticamente cuando las personas inician y se mantienen en el viaje de gratitud.
Si eres nuev@ en la práctica de gratitud empieza por agradecer algo básico y con la práctica mejorarás. Sin juzgar: ¿En qué momento de tu viaje te encuentras? Comparte algunas de tus experiencias para enriquecer la comunidad.