
Santo Domingo.- En las Pruebas Nacionales 2025, la asignatura de Matemática volvió a poner sobre la mesa una vieja deuda del sistema educativo: la distancia entre las calificaciones escolares y los aprendizajes reales de los estudiantes.
Los datos en el informe de educador Radhamés Mejía, Director del Centro de Investigación en Educación y Desarrollo Humano (CIEDHUMANO) y la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, muestran que el promedio nacional ronda los 56 puntos, pero con diferencias marcadas según el tipo de centro.

Los alumnos del sector público obtuvieron una media de 56, mientras que los del privado alcanzaron 61 y los del semioficial, 60. En apariencia, la diferencia puede parecer pequeña, pero detrás de esos números se esconde un reflejo de algo más profundo: la desigualdad en la “Oportunidad de Aprender”.

Una brecha que delata disfunciones
El análisis va más allá de los resultados en sí. Muestra que existe una brecha de casi 30 puntos entre las notas escolares y los resultados de las Pruebas Nacionales, lo que significa que los estudiantes están recibiendo calificaciones mucho más altas de lo que sus competencias reales demuestran.

En el sector público, la diferencia entre la Nota de Presentación (NP), la que pone el docente, y la calificación obtenida en la Prueba Nacional (PN) fue de 29 puntos. En el privado, la brecha fue de 26, y en el semioficial de 28.
¿Qué explica esta distancia? Mejía plantea dos hipótesis: una desalineación curricular y una posible inflación de calificaciones. En otras palabras, lo que se enseña y evalúa en las aulas no está del todo conectado con lo que el currículo exige ni con lo que las pruebas nacionales miden. Y al mismo tiempo, las escuelas parecen estar otorgando notas que premian el esfuerzo o la asistencia, más que la comprensión profunda.

Aprendizajes parciales, no integrales
El propio Ministerio de Educación de la República Dominicana clasifica el rendimiento en Matemática por niveles. Quienes obtienen entre 45 y 60 puntos logran reconocer o clasificar información en tablas y gráficos, pero tienen dificultad para aplicar los conceptos en contextos nuevos.

Solo los que superan los 82 puntos demuestran capacidad de análisis, validación de resultados y resolución de problemas complejos.
En ese sentido, la mayoría del estudiantado dominicano se ubica en los niveles II y III, que reflejan logros parciales, pero no aprendizajes integrales. Es decir, saben ejecutar ciertos pasos, pero no siempre comprenden el porqué ni pueden transferir lo aprendido a situaciones reales.

Más allá del aula
El problema no se reduce a la enseñanza de Matemática. Lo que las pruebas revelan es una fractura estructural del sistema educativo. Si las notas internas no reflejan el aprendizaje, se pierde la confianza en la evaluación como herramienta para mejorar.
El reto, según Mejía, es revisar la política de promoción, ajustando el esquema 70/30 hacia fórmulas que exijan mínimos en PN; alinear currículo, enseñanza y evaluación; monitorear la brecha NP–PN como indicador oficial; y focalizar el acompañamiento en centros y distritos críticos, sistematizando buenas prácticas.
Además, recomienda vincular la evaluación docente al avance real de los estudiantes y fortalecer el liderazgo pedagógico.
Mientras las calificaciones sigan siendo más un trámite que un reflejo del conocimiento, las Pruebas Nacionales seguirán mostrando lo mismo: un país donde muchos aprueban, pero pocos aprenden a profundidad.
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Katherine Espino
Katherine Nicole Espino Cuevas. Periodista, locutora profesional y CMM. Máster en Comunicación Política Avanzada por Next Educación (Madrid). Amante de la escritura bien hecha, las historias con sentido humano y las causas sociales. Creo en la comunicación con propósito, en los valores y en...