Prudencia: capacidad de pensar, ante ciertos acontecimientos o actividades sobre los riesgos posibles que conllevan, adecuando o modificando la conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios.

Es una cualidad, considerada como una virtud del ser humano consistente en actuar y hablar con cuidado, cautela, previsión, sensatez, precaución y de manera reflexiva.

En esta Semana Santa invito a actuar y hablar con prudencia, tanto en familia como en el medio público en el cual estemos interactuando. Invito a padres, hijos, amigos, familiares, conocidos y desconocidos, a tomar unos segundos para reflexionar ante alguna situación que se presente en casa o fuera de ella, a practicar la tolerancia, a entender que todos somos únicos y reaccionamos de manera diferente ante el mismo estímulo y dependiendo del momento.

Algunas familias permanecen juntas en casa, lo que puede provocar roces entre los miembros de la pareja, entre padres e hijos, entre hermanos.

Practicar la prudencia en casa se traduce en expresarse claramente, escuchar activamente al otro, contestar con cortesía, ser amable y considerado, ser respetuosos el uno con el otro.

Estos días de asueto muchas personas deciden vacacionar. Practicar la prudencia en este caso sería, controlar la ingesta de alcohol, controlar la velocidad al volante, respetar las leyes de tránsito, respetar las ideas y decisiones de los demás, evitar discusiones y situaciones que pueden detonar en incidentes y accidentes.

Respetar las normas establecidas para este tiempo de pandemia, como son las restricciones de horarios, el uso de mascarilla, el distanciamiento social y la higienización, también es practicar la prudencia.