Hay quienes ganan notoriedad por protestar y los que la logran por hacer cosas que mejoran la vida de los demás. Los primeros son necesarios en cualquier sociedad, pero los imprescindibles son los segundos.
La forma más fructífera de llamar la atención sobre un problema es tomando la iniciativa para encaminar su solución, especialmente cuando la responsabilidad recae sobre una autoridad o institución pública.
Los que protestan haciendo aportan a la solución y contribuyen a la búsqueda del bien común.
Los que solo protestan se quedan a mitad de camino y en ocasiones hasta lo que buscan es la prolongación del estado de las cosas como forma de mantener vigencia.
Muchas son las personas que dejaron su impronta en sus comunidades o al nivel nacional porque se lanzaron a acciones para abordar soluciones a problemas o situaciones y en el camino empoderaron a otros, lo que permitió prolongar su legado.
En el país hay áreas donde hay muchos “protestadores”, pero las reformas las conducen aquellos que protestan haciendo.
Para poner un ejemplo, en el área de educación suelen trascender aquellos que se involucran en mejoras y transformaciones sin afectar las posibilidad del alumno de formarse. En cambio, el tiempo entierra en el olvido a quienes prefieren las huelgas o afectar la docencia.
Lo mismo aplica para cualquiera de las áreas sociales que requieren grandes mejoras.
