
Don Juan, en la provincia Monte Plata, es una comunidad de gente laboriosa que ahora dedica parte de su tiempo a protestar por lo que entiende es la desatención de las autoridades ante un hecho que los afecta desde finales de septiembre pasado, cuando se derrumbó el puente que los conectaba con Yamasá.
Pocas veces se oye hablar de Don Juan, en bien ni en mal, pero ahora están sonando porque parecen convencidos de que si no llaman la atención pueden pasar años sin un puente que, por cierto, causó la muerte de una persona.
Una trocha
La solución provisional para cruzar el río Ozama, que es la vía de agua sobre la que se desplomó el puente, ha sido la construcción de una trocha, por la que ayer llegaban los agentes de la Policía a dispersar a bombazos a los donjuaneros que protestaban en demanda de que el daño sea reparado.
Y no es que carezcan de promesas desde Obras Públicas, que según personal del distrito municipal Don Juan, han anunciado la construcción de una estructura metálica para salvar la situación.