La protección social a través de las transferencias monetarias condicionadas debe contribuir a la reducción de la pobreza tanto monetaria como a la pobreza multidimensional desde la vertiente de aporte de recursos y creación de capital humano para romper círculos de pobreza intergeneracionales.
a) Aporte de recursos a hogares y reducción de pobreza
Los programas de protección social enfocados en transferencias monetarias condicionadas contribuyen a la reducción de pobreza monetaria porque aportan recursos orientados al consumo y al sustento familiar. Un hogar que recibe soporte monetario del Estado incrementa sus ingresos para cubrir sus necesidades, por lo tanto, su pobreza monetaria disminuye. La evidencia científica al nivel internacional soporta esta afirmación.
Ariel Fiszbein y Norbert Schady en su investigación sobre los Programas de Transferencias Monetarias Condicionadas (PTC) demostraron en el 2009 que estas intervenciones impactan en la reducción de la pobreza actual y futura incrementando el consumo y bienestar de las familias sin desincentivar el trabajo formal.
Es decir, los apoyos estatales con recursos directos inciden directamente en la calidad de vida de las familias, tanto a corto, como a largo plazo, y a mayor cantidad de aportes, se producen mayores efectos en la reducción de la pobreza.
Los impactos de los PTC en la reducción de pobreza en la región de América Latina han sido significativos, demostrando que invertir en los pobres a través de esa estrategia, no sólo es ético sino eficiente.
La evidencia también señala impactos en la desigualdad de ingresos, lo que se asocia directamente a la reducción de pobreza. Por ejemplo, en Brasil, el programa Bolsa Familia, y en México, Oportunidades, lograron un impacto de cerca de un 2.7 % en la reducción de la desigualdad por ingresos (Simone Cecchini y Aldo Madariaga, 2011).
b) Creación de capital humano: romper círculos de pobreza intergeneracionales
La protección social a través de los PTC no sólo aporta a la reducción de la pobreza por ingresos sino también en la pobreza multidimensional, concretamente en las dimensiones de educación y salud.
Es real el conocimiento intuitivo de que la apuesta por la educación de los hijos es una forma de acabar con la pobreza. Las evaluaciones a los PTC destacan que la inversión en capital humano reduce la pobreza futura expresada en círculos de pobreza intergeneracionales que se transmiten de padres a hijos.