Propiciar la suerte

Propiciar la suerte

Propiciar la suerte

La corona de las fiestas de la Navidad la pone la espera del Año Nuevo, cuando les damos el último empujón a las emociones y al entusiasmo en una suerte de ceremonial propiciatorio para el que período que empieza sea una jornada cargada de prosperidad.

Pero en esta actitud, sin embargo, hay más de intuición que de conciencia. Y desde siempre se ha sabido que la intuición, como la suerte, debe ser ayudada con una buena actitud.

Muchos de los que participan en las parrandas de Año Nuevo dejan de lado la actitud conveniente, y a veces bajo los efectos de lo comido o bebido, convierten una fiesta destinada a convertir en propicio un año de estreno, en una causa para el sufrimiento propio y de otros.

Esta vez las razones para la prevención van más allá de los riesgos a los que puedan estar expuestos en lo inmediato la integridad personal, la libertad o la vida.

La salud pública y la personal vuelven a ser en este momento una causa de prevención, porque contrario a las prevenciones en las fiestas de Nochebuena y Navidad, cuando se advertía de algún riesgo de contagio por el coronavirus, ahora es un hecho cierto que aquellos polvos son la causa de estos lodos.

Así que empezar el año con buena salud, y mantenerla más allá de los dos o tres primeros días del 2022, debe ser uno de los compromisos firmes de esta noche, tan firme como el de pasar la velada en un ambiente seguro.



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