Existen situaciones absolutamente inevitables, a las que hay que hacerles frente a cualquier costo.
Pero hay otras que, por el contrario, pueden ser fácilmente previstas y hasta evitadas, si es que con ello se hace bien a la sociedad.
Tal es el caso del vertedero de basura Duquesa. Es imperdonable, por no decir que es criminal, que millones de habitantes del Gran Santo Domingo estén expuestos a ser víctimas de epidemias y plagas, tan solo porque unos que otros funcionarios se empecinen en mantener posturas absurdas y egoístas en lo tocante a la disposición final de la basura que abarrota las calles de la capital dominicana.
Se mide por cientos de toneladas el volumen de basura y desperdicios que diariamente producimos, sin contar con un espacio para deshacernos de ellos, que no sea el citado vertedero Duquesa.
Pero Duquesa, situado fuera de los límites jurisdiccionales del Distrito Nacional, está sujeto a los caprichos de otros alcaldes a quienes parece no importarles la suerte ni la salud del pueblo, y he aquí que miles de toneladas de basura son hoy prácticamente inmanejables, a menos que se tomen medidas heroicas por las mas altas autoridades de la nación.
Ahí tiene el Poder Ejecutivo una buena oportunidad de hacer lo que nunca se ha hecho.