Prevención de la cardiotoxicidad en los pacientes oncológicos

Prevención de la cardiotoxicidad en los pacientes oncológicos

Prevención de la cardiotoxicidad en los pacientes oncológicos

Cardiotoxicidad es cualquier evento cardíaco derivado del tratamiento contra el cáncer; esta puede manifestarse tanto de forma aguda como tardía, y abarca múltiples entidades, tales como: hipertensión arterial, diabetes, dislipidemia, infarto agudo al miocardio, arritmias, tromboembolismo venoso, miocardiopatías, entre otras patologías.

Gismeily Pringle, coordinadora del servicio de Cardio-Oncología de los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telemedicina (Cedimat), afirma que por esta razón surge este campo, para brindar atención cardiovascular específica a pacientes con cáncer y/o sobrevivientes, con el objetivo de prevenir, monitorizar y tratar las complicaciones producidas por el tratamiento antineoplásico, mejorando la atención del paciente para optimizar los resultados en la salud cardiovascular.

La realidad
Indica que se conoce que la enfermedad cardiovascular es una de las principales causas de muerte entre más de los 15 millones de sobrevivientes de cáncer en los Estados Unidos.

Mayor riesgo
Los pacientes oncológicos tienen mayor riesgo de padecer una de estas, debido a que estas condiciones comparten factores de riesgo comunes. Además, las terapias contra el cáncer pueden causar complicaciones cardiovasculares, produciendo un impacto negativo en resultados generales, explica la cardióloga.

Siete veces mayor
Los supervivientes de una neoplasia tienen un riesgo de dos a siete veces mayor de fallecer de enfermedad cardiovascular que la población general.

Esta mortalidad se produce sobre todo durante el primer año o tras supervivencias prolongadas, y es mayor con diagnóstico en la infancia o la juventud, edad > 60 años o enfermedad metastática.

En pacientes diagnosticados después de los 40 años, la mayoría de las muertes cardíacas suceden con cánceres de próstata, mama, colorrectal o pulmón. En neoplasias con mayor supervivencia, como próstata, vejiga, endometrio, tiroides, testículo o linfoma de Hodgkin.
Prevención
La médica señala que el primer paso en la prevención de cardiotoxicidad es estimar el riesgo cardiovascular. En ese sentido, las recomendaciones de las guías internacionales señalan la necesidad de realizar una consulta cardiooncológica previo al inicio del tratamiento, y mantener vigilancia periódica durante todo el proceso.

Además, promueve las estrategias de prevención primaria, planifica la monitorización y duración del seguimiento, incluso después de finalizar el tratamiento.

Estudios diagnósticos
“Durante el proceso nos apoyamos de estudios diagnósticos de imagen, como el ecocardiograma con técnica especial, Strain, que detecta tempranamente daño al músculo cardíaco, incluso, antes que aparezcan síntomas, así como otros biomarcadores cardíacos (troponinas y NT-BNP) que apoyan la evaluación del riesgo cardiovascular”, plantea la galena.

La especialista menciona que de acuerdo a la estimación del riesgo se obtienen cuatro categorías: leve, moderado, alto y muy alto riesgo. Eso permite planificar el abordaje y el seguimiento, para oportunamente instaurar tratamiento cardioprotector pertinente en cada caso.

El punto fundamental es asignar a cada uno la categoría de riesgo adecuada, valorando tanto sus antecedentes oncohematológicos como el proceso activo.

Dieta
Para los pacientes con cáncer, los especialistas recomiendan dieta mediterránea, con ingesta de aceite de oliva extra virgen, nueces, frutas, verduras, legumbres, productos integrales, carnes blancas y pescado.

Actividad física
Se recomienda realizar al menos 150 minutos semanales de actividad física moderada de entrenamiento aeróbico o combinado con ejercicios de fuerza, especialmente en aquellos con alto riesgo de cardiotoxicidad. La rehabilitación cardíaca y los programas de ejercicio antes, durante y al finalizar el tratamiento son seguros y efectivos en la prevención cardiovascular.

Hábitos tóxicos
Tabaco. Es fundamental insistir en su abandono; se pueden emplear sustitutos de la nicotina. Se aconseja apoyo psicológico, sugiere.

Alcohol. La ingesta de alcohol en torno a la salud cardiovascular ha sido controversial, se recomienda limitar la ingesta a un consumo moderado, puesto que su exceso aumenta el riesgo no solo de enfermedades cardíacas.

Sobrepeso y obesidad
Estos son importantes factores de riesgo de varios cánceres y ayudan al desarrollo de enfermedad cardiovascular. Algunos tratamientos oncohematológicos favorecen la obesidad, por tanto, el riesgo de cardiotoxicidad se incrementa. Control de hipertensión arterial, diabetes y dislipidemia.

La hipertensión arterial es una de las comorbilidades más frecuentes durante y después de la fase de cáncer activo, también la dislipidemia y la diabetes.
Su incidencia depende de la edad, el tipo de cáncer y/o el tratamiento antineoplásico, el control estricto de las cifras de presión arterial, colesterol y glicemia, reduce de manera significativa el riesgo de eventos cardiovasculares mayores y evita interrumpir la terapia antineoplásica.

En conclusión, se cuenta con herramientas eficientes para prevenir la cardiotoxicidad inducida por las terapias contra el cáncer, es importante la evaluación cardiovascular antes, durante y al finalizar el tratamiento oncológico.

Controlar los factores
“En las consultas siempre recomendamos controlar los factores de riesgo como objetivo principal en la prevención de cardiotoxicidad. Manteniendo un estilo de vida saludable, con buena alimentación, ejercicio regular y control de las condiciones que favorecen la aparición de enfermedades cardiovasculares, como la diabetes, dislipidemia e hipertensión arterial”.



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