Ya que nos quedamos con las ganas de vivir la experiencia de un debate entre los dos principales candidatos, solicito a los aspirantes presidenciales que abran una ventana a los electores para que ejerzan un sufragio conciente, responsable y de calidad.

¿A qué me refiero? A la presentación del gabinete con el cual piensan gobernar, ofrecer los nombres de las personas que se ocuparán de los ministerios, del Banco Central y la Junta Monetaria.

Comprendo que hacer esto acarrearía ciertos costos políticos, especialmente impulsados por la clientela en la que milita gente adherida a los proyectos presidenciales no por convicción, sino sobre la base de sus intereses particulares y en virtud de la oportunidad deseada por su garrocha.

Probablemente no faltarán las manifestaciones de brazos caídos y quizás el ejercicio colocaría en una suerte de olla de presión a los candidatos a ocupar los puestos claves del futuro gobierno.

Sin embargo, la decisión devendría en una muestra de transparencia sin precedentes, una señal inequívoca respecto al derrotero que asumirá la venidera administración, con lo cual los electores sabrán a ciencia cierta por qué estarán votando.

Tiene esta práctica un componente de justicia y de equidad, porque cuando seleccionamos a un presidente de la República depositamos en él nuestra confianza para que estructure –en nombre de nosotros- el equipo de gobierno y lo menos que debemos esperar es que esté integrado por ciudadanos probos, capaces y en pleno disfrute de sus derechos civiles.

Un candidato presidencial puede lucir muy atractivo, con buenas propuestas y mejores intenciones, que son viables sólo si el conjunto del gobierno se alinea en la práctica con sus ideas.

Anunciar el gabinete antes de las elecciones  indicaría qué tan serios son los programas de gobierno que nos han vendido.