
Santo Domingo. – Los recientes cambios anunciados por el presidente Luis Abinader a su estructura gubernamental han sido interpretados como un juego de balances donde cada movimiento puede verse como premio o castigo, dependiendo del cargo al que sea asignado el funcionario.
En la práctica política, el valor de la designación no está tanto en el cambio en sí, sino en la dimensión de la institución a la que se llega.
Todo dependerá de la entidad: hay direcciones que poseen tanto peso como un ministerio, y otras que pasan desapercibidas en la opinión pública.
Los directores, por lo general, aspiran a ser ministros, pero no todos los ministerios son vistos con el mismo brillo, ni todas las direcciones son un retroceso.
La lógica es sencilla: una plaza grande ofrece más recursos, mejores salarios y, sobre todo, la posibilidad de colocar gente cercana.
Ese engranaje alimenta el capital político, indispensable para quienes proyectan crecer en poder e incidencia dentro de las discusiones nacionales.

Es ahí donde el premio o castigo cobra sentido: para algunos, los cambios pueden significar ascenso; para otros, un desplazamiento que se percibe como relegación.
Reacciones en el PRM a los cambios
La primera respuesta vino desde la bancada oficialista. Los diputados del Partido Revolucionario Moderno (PRM) reaccionaron con cautela la mañana de este lunes. Ninguno negó que entre los movimientos había tanto premios como castigos, aunque prefirieron no expresarlo con tanta franqueza.
El diputado Carlos Sánchez consideró que los cambios reflejan la manera en que el presidente premia o retira funcionarios de acuerdo con su desempeño y comportamiento.
A su juicio, la población los ha visto con buenos ojos, mencionando como ejemplos positivos las designaciones de Félix Reina, Caminero y Adolfo Pérez.
“Hay expectativas de que se produzcan más movimientos, porque varios funcionarios llevan ya cinco años en sus cargos. En el partido hay buenos dirigentes y profesionales que esperan su oportunidad”, agregó Sánchez, dejando claro que las bases oficialistas también leen cada decreto como una puerta que podría abrirse.
Respecto a los movimientos en el Seguro Nacional de Salud (SeNaSa) y en el Instituto Nacional de Bienestar Estudiantil (INABIE), aclaró que no deben interpretarse necesariamente como reacciones a críticas, sino como una renovación natural después de largos periodos en la misma posición.
Más lacónico fue el vocero del bloque de diputados del PRM, Amado Díaz, quien recordó que las designaciones son una facultad constitucional exclusiva del mandatario. “El presidente decide cuándo y cómo hacerlos, así como a quién elegir. Siempre habrá expectativas y personas que deseen más”, puntualizó.
El decreto 461-25 y los cambios
La Presidencia de la República formalizó los cambios mediante el decreto 461-25, emitido el domingo 17 de agosto. La disposición movió varias fichas clave en áreas estratégicas.
Entre las principales designaciones, el presidente nombró a Samuel Pereyra Rojas como presidente del Consejo de Administración de REFIDOMSA, mientras que Leonardo Aguilera Batista asumirá como presidente ejecutivo del Banco de Reservas. En el área comunicacional, Félix Antonio Reyna Echevarría quedó al frente de la Dirección de Estrategia y Comunicación Gubernamental (DIECOM), con Carlos Caminero en la Dirección de Prensa del Presidente y Abel Guzmán Then como subdirector de DIECOM.
También se anunció a Edward Rafael Guzmán Padilla como nuevo director ejecutivo del SeNaSa, a Onéximo Antonio González como vicepresidente ejecutivo de la OMSA, y a la comunicadora Kenia Guante Valdez como viceministra de Innovación, Transparencia y Atención Ciudadana del MAPRE.
Un mensaje político
Aunque cada decreto tiene nombre y apellido, el trasfondo político se lee en clave de continuidad y equilibrio interno. Sobretodo, tomando en cuenta que el presidente Luis Abinader se prepara para gobernar sus últimos tres años con un ambiente político inusual y que podría terminar experimentando la tradicional soledad del poder.