Desde hace unos años para acá, las grandes cadenas y agencias de noticias nos bombardean día y noche con noticias sobre la situación en Venezuela, la cual presentan casi como un rinconcito del “infierno” en América Latina.
Los medios internacionales hablan ahora de una “crisis humanitaria”, de tal magnitud que cualquier cosa (incluida una intervención militar extranjera) parecería estar justificada.
De hecho, si fuéramos a juzgar por lo que dicen algunas agencias y gobiernos de la región y de Europa, cualquier recién llegado al planeta pensaría que Somalia, Etiopía y Yemen, por solo citar algunos países azotados por el hambre, son verdaderos paraísos terrenales comparados con lo que ocurre en Venezuela.
Y, mientras los ojos del mundo están clavados en Venezuela, aquí en el Caribe, justo al lado de República Dominicana, el pueblo haitiano se tira a las calles y lanza un grito desesperado contra el hambre y la corrupción del gobierno que preside Jovenel Moise.
Durante las multitudinarias protestas que se extendieron por más de una semana murieron al menos nueve personas.
Esos muertos parecen no importar a Luis Almagro, a la OEA y demás. Imagínese usted cuál sería la reacción de los que desde fuera y desde dentro quieren derrocar a Nicolás Maduro si se tratara de venezolanos. Definitivamente, el destino inmediato de Haití no es “importante” para los dueños del mundo.
¿Cuál es la diferencia entre un estómago vacío de un niño venezolano y el de un haitiano en igual situación? Ninguna, creo yo. Además, ¿está Venezuela peor que Haití como para que organismos como la OEA, parte de la Unión Europea, el gobierno de Estados Unidos y sus más incondicionales de la región se centren en dar un golpe de Estado contra Maduro e imponer un gobierno encabezado por Juan Guaidó? Es evidente que no.
Si bien es innegable que Venezuela atraviesa por un momento difícil, sobre todo en lo económico, la situación del país sudamericano dista mucho de la de Haití, el país más pobre del hemisferio occidental.
Pienso que el punto de mira se reduce a un solo elemento: el petróleo. No es Maduro, no es la democracia, no es el pueblo, es el petróleo lo que interesa, pues Venezuela tiene las reservas de crudo más grandes del mundo. Y a pesar de todo, produce cada día 1,3 millones de barriles de crudo, una parte del cual va a Estados Unidos.
Además, la geografía y la geopolítica son clave. Veamos:
El gobierno de Venezuela tiene ahora mismo como principales aliados, además de Cuba y Bolivia, a China y Rusia, también a Turquía.
Pero, insisto, el petróleo, entre otros recursos naturales, es lo más importante.
Como muestra veamos este dato: un barco cargado de petróleo que salga hoy de Irak o Irán tardaría cerca de 45 días para llegar a Estados Unidos. Pero ese mismo barco, saliendo de Venezuela, llegaría a un puerto norteamericano en menos de una semana.
El costo del transporte es evidentemente mucho más económico. Haití, lamentable o afortunadamente, no tiene petróleo.
Si tuviera ese valioso recurso, su democracia y la vida de su gente serían “tan importantes” como las de los venezolanos.