Te puede parecer ‘loco’, pero es cierto, la mayoría de personas están lidiando con alguna situación que les ocasiona dolor, pesar, frustración, amargura y otras emociones difíciles que le dificultan avanzar.
Emociones que les complican la convivencia con su entorno.
Detente por un momento y piensa en tu propia situación. Cuántas veces te haz visto apesadumbrad@ con un tema que se repite en tu diario accionar al cual le quisieras encontrar una solución definitiva; sin embargo, cambias la página y sigues con algo más.
Evades, pospones la sanación de eso que te retiene, en lugar de tomar acción que te fortalezca.
De manera inconsciente, se te hace más fácil lidiar con ese dolor conocido que enfrentar lo desconocido; no hay otra manera de decirlo.
Hay quienes se quedan ahí, a la orilla del camino, pero en el mismo centro de sus vidas, lamiéndose sus heridas a sabiendas de que no el dolor no desaparece.
Es inevitable enfrentar el dolor agudo que viene con eventos que no controlamos como la pérdida de algún ser querido, la pérdida de un empleo o la casa, entre otros hechos espontáneos.
Sin embargo, nada mas cierto que lo dicho por Buda: “El dolor es inevitable, el sufrimiento es optativo”.
El dolor llegó a ti en algún momento sin que tú lo buscaras; ahora ha pasado tiempo desde ese momento, el dolor sigue ahí. Ahora es dolor o pena crónica.
Tú y solo tú puedes trabajar tu interior para transformar ese sufrimiento, y trascenderlo al nivel resiliente donde resultará fortalecid@, menos sobrecargad@.
Tienes miedo a remover esa caja y a lo que crees que saldrá, pero te prometo que si estas apropiadamente acompanad@, los resultados son gratificantes y liberadores. Plantéate evolucionar.